Hace poco más de una semana se anunció la clausura del Café Comercial, uno de los establecimientos emblemáticos de Madrid. Como siempre en estos casos, comenzó el coro de lloros y lamentos de ciudadanos que, al parecer, no entienden que suceda este tipo de acontecimientos.
Resulta curiosa la manera en que los medios de comunicación, comenzando con la literatura y siguiendo con el cine y la televisión, deforman nuestra visión de la realidad.
Y según lo programado aunque con tres horas de retraso llegué a Beijing. La ciudad me resultó todavía más fascinante que cuando la visité a primeros de años.
Para muchas personas – millones, ciertamente – la salvación es algo que se gana. Los propios méritos – o su ausencia - son los que colocan a una persona en la lista de los salvados o en la de los condenados.
Hasta finales de mes, Dios mediante, estaré viajando por China y Tíbet. Por supuesto, ando a la recogida de datos para un nuevo libro y entre eso y el ajetreo del viaje andaré un poco limitado a la hora de colgar posts. De entrada, tendré que suprimir el estudio bíblico…
Si Alcalá-Zamora, católico y conservador, se doblegó ante las izquierdas y Manuel Azaña aceptó una alianza con los revolucionarios, sin duda, mayor responsabilidad en el deterioro de la II República tuvo el socialista Francisco Largo Caballero.
Mientras ustedes leen estas líneas, un servidor estará surcando el Pacífico en dirección al Tíbet vía China. Lo está haciendo, por supuesto, por vía aérea, es decir, sobre las nubes.