Decía Diógenes que “el fundamento de todo estado se encuentra en la educación de su juventud”. He recordado varias veces esta frase al reflexionar sobre Cataluña.
Desde hace unas semanas, asistimos al espectáculo reconfortante de manifestaciones patrióticas y cívicas en toda España. La razón de su éxito colosal es que… estamos hartos.
EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO (XXI): la carta a los Romanos, el Evangelio según Pablo (II): la salvación a través de la fe
Una de las figuras más hermosas que aparecen en la Biblia para expresar la relación entre Dios y el género humano es la del agua para los sedientos. En Isaías 44: 3, Dios promete que derramará aguas sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida en claro simbolismo del Espíritu Santo que haría descender sobre Su pueblo.
Pasan cosas en este mundo… El otro día, un amigo regresó a su casa y se encontró con que un grupo de atracadores había reventado la puerta y estaba desvalijando el domicilio. Para colmo de horrores, uno de ellos estaba encima de su mujer - a la que tapaba la boca – en una posición que dejaba poco lugar a dudas sobre lo que estaba pasando.
El jueves posterior a la visita a Antigua y a la presentación de El águila y el quetzal en la librería Sophos fue un día muy especial. A decir verdad, no sé si fue el más especial de toda mi grata estancia en Guatemala.
Habitualmente, suelo dedicar este espacio a películas o libros que son de contenido relacionado con el mundo de lo trascendente, de lo filosófico, de lo histórico o de lo clásicamente literario. Tal y como está el panorama, esta semana me he permitido optar por una comedia. La escribió Juan José Alonso Millán y se estrenó el 7 de junio de 1963 en el teatro Beatriz de Madrid. La obra gira en torno al plan de Adela y de su hija Laura de acabar con el abuelo que ya es un nonagenario.
Me quedé ayer a punto de hablarles de uno de los lugares de visita obligatoria en Antigua que es la Casa Popenoe. Situada en la esquina suroeste de la 1a avenida Sur y la 5a calle Oriente, originalmente fue una residencia que comenzó a construirse en 1762 por orden de Venancia López, la esposa del escribano real Andrés Guerra.