Como en el caso de su predecesor Alfonso VIII, la infancia de Fernando III fue la de una criatura zarandeada por las rivalidades nobiliarias y las tensiones entre los reinos cristianos. Hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX de León, Fernando era presa codiciada por los ambiciosos y causa admiración que lograra emanciparse de ellos y, en poco tiempo, reunificar ambas coronas.
Lo dejé escrito aquí mismo la primavera pasada. Señalaba entonces que la única salida que podía quedar para salvar el sistema político era una gran coalición PP-PSOE. A medio año de distancia, temo – y lo digo con dolor – que mi visión se ha ido confirmando.
Una entrevista al escritor e historiador César Vidal: "A diferencia de los textos de otras grandes religiones los Evangelios se escribieron cerca de los hechos y sobre el testimonio de testigos oculares".
Lo afirmó un antiguo miembro del Comité Central del PCE llamado Jorge Semprún: los partidos comunistas demostraron, vez tras vez, su incapacidad para alcanzar el objetivo para el que habían sido creados, la conquista del poder. Había no poca verdad en la afirmación.
Debo confesar que Podemos me provoca el mismo estupor que la visión de un dinosaurio. Cuando a uno de sus dirigentes soltó lo del “leninismo de rostro amable” no pude dejar de pensar que lo mismo hubiera podido apelar al “nazismo de sonrisa suave” o al “stalinismo de gesto simpático”.
La carta que el emperador Maximiliano dirigió al papa produjo en éste una honda sensación. El pontífice contaba ahora con un apoyo de extraordinaria relevancia que le abría el camino para adoptar una posición aún más severa contra el agustino.
Hace dos semanas nos referimos a la división del Tanaj o Antiguo Testamento en distintas secciones. Esta semana comenzamos a analizar de manera un poco más pormenorizada su primer libro que es también el primero de la Biblia. En las Biblias judías aparece nombrado con la primera palabra del original hebreo – Bereshit – que significa En el principio. En las cristianas, es denominado Génesis o principio, un título más que adecuado porque el libro relata el inicio de la creación, del género humano, de la redención tras la Caída y del pueblo de Israel.
Toda la vida de Alfonso VIII de Castilla se movió entre el sufrimiento y la zozobra. Hijo de Sancho III el Deseado de Castilla y de Blanca Garcés de Pamplona, tenía sólo tres años cuando en 1158 falleció su padre.
Me quedo consternado al verla. Lleva unas gafas oscuras y presenta signos de haber llorado. Le pregunto si algo va mal. Hace años que cerró la empresa que tenía en España asfixiada por los impuestos y, para colmo, lo ahorrado durante décadas apenas le dio para pagar las indemnizaciones de los empleados.