La manera en que el régimen chino ha conseguido integrar la Historia pasada con la presente resulta verdaderamente prodigiosa. Mientras en España, Franco sigue vivo gracias a la izquierda y a los nacionalistas – la derecha lleva décadas intentado que se olviden del dictador – en China, han optado por la fórmula de que Mao acertó en el setenta por ciento y se equivocó en el treinta y han seguido hacia adelante.
La literatura china es muy poco conocida. Alguno me dirá que si en España no se lee a Cervantes tampoco debería extrañarnos.
Hace pocos días, con inmenso pesar me enteré de la muerte de LUIS MANUEL MARTINEZ SIERRA. Para los paseantes por mis muros era una presencia habitual y Elvira inmediatamente captó la noticia y me la comunicó.
A estas alturas de la Historia, nadie se atreve a cuestionar la democracia. No es que todos crean en ella porque no hay más que ver los planes de algunos que andan cerca para ver que la democracia y ellos son como el agua y el aceite.
Jesús señaló que cuando alguien desee comunicarse con Dios no necesita elevar catedrales, ni construir templos aparatosos, ni pensar que lo hallará en encuadres especiales.
Lara – a la que tengo el privilegio de disfrutar como guía en Shanghai – ha insistido en que dediquemos una tarde a visitar Tian zi fang.
Creo haber mencionado en varias ocasiones que mi hija Lara es la compañera ideal de viaje. Puedo decirlo con repetido conocimiento de causa porque, en su compañía, he recorrido India y Rusia, Italia y Francia, Estados Unidos y Perú y, por supuesto, China.
Graham Greene es uno de los escritores que he ido revalorizando con el paso de los años. Lo conocí en la infancia cuando en España se cantaban sus loas, sobre todo, porque era, prácticamente, el único escritor confesamente católico de repercusión internacional.