Escuché por primera vez esta canción cuando era niño. En aquella época, bajo el influjo del Vaticano II, en las misas decidieron mejorar un poco el aspecto musical y como la música católica buena brillaba por su ausencia – a lo más que llegaban era a algunas canciones de Ricardo Cantalapiedra y de Kiko Argüello - con bastante sensatez, se dedicaron a echar mano de los himnarios protestantes y, especialmente, de los negro spirituals. Al igual que había sucedido con otros negro spirituals, la adaptación no era ninguna maravilla, pero la canción era muy buena.
Durante las próximas semanas, tengo intención de tomarme un descanso con el estudio bíblico del viernes. En otras palabras, los que están enganchados al profeta Daniel tendrán que esperar para seguir con los sucesivos capítulos. Con todo, no deseo dejar vacío este espacio y voy a recuperar algunos materiales de hace tiempo.
Ya están los dos candidatos designados y de aquí hasta final de año vamos a asistir a un pugilato en el que no faltarán, previsiblemente, los golpes bajos. En este artículo y en el próximo, quisiera señalar las razones por las que tanto Donald Trump como Hillary Clinton harán acopio de distintos votos. Ambos además van a atraer votantes totalmente contradictorios. ¿Quién va a votar a Trump?
Desde niño, la Historia de Troya siempre me cautivó. No podré olvidar nunca aquella noche de reyes – tendría yo unos diez años – en que esperé con más ansia que nunca la llegada de la mañana porque sabía que me encontraría con la Ilíada y la Odisea – y con un volumen de historiadores latinos – y la perspectiva me aceleraba la respiración.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS LAS FUENTES ESCRITAS (VIII): FUENTES CRISTIANAS (VI): Las Epístolas universales (I): Santiago[1]
Como hemos tenido ocasión de ver en semanas anteriores, Daniel es un libro que ha sufrido una suerte aciaga desde inicios del siglo XIX. En lugar de proceder a la lectura de lo que aparece en sus capítulos, se han ido tejiendo imaginativas interpretaciones futuras sin punto de contacto con la realidad.
El hecho de que continuamente haya temas que abordar tiene un efecto dilatorio sobre algunos de los posts. Por ejemplo, hubiera querido terminar esta serie sobre Washington hace ya semanas, pero no ha sido posible y lo más llamativo es que regreso en unos días a la capital de Estados Unidos y, por poco, no se me van a juntar el relato de una visita con el de la otra. El ya comenzado lo voy a concluir con dos museos que me parecen notables aunque uno más que otro. Me refiero al museo de los marines y al del espía.