Era yo un adolescente y el padre Arce, que nos enseñaba griego en San Antón, enfermó. Seguramente, era un catarro, pero, acompañado de fiebre, aquel día se quedó guardando cama. Cuando acabó la jornada escolar, un par de alumnos nos acercamos a visitarlo.
Con el paso del tiempo, la lectura de las obras de Stephen Crane llegaría a convertirse en un placer que retomo de manera periódica y siempre en versión original. Sin embargo, cuando tenía once años ni podía leer en inglés ni sabía nada de la trayectoria literaria de Crane.
Hace ya meses me referí a un biotipo al que denomine zampacaterings. Permítaseme que hoy me detenga en otro al que llamaré encuentrachollos. Aclaro para los lectores hispanoparlantes ubicados a este lado del Atlántico donde resido que el chollo es un golpe de suerte de las más diversas formas.
Llegó el nuevo plan contra la violencia de género respaldado por todos los partidos políticos. Como sucede habitualmente, todos se felicitan, se dan besos y palmadas y, especialmente, se gasta el dinero del contribuyente, por supuesto, no pocas veces en entidades no gubernamentales.
Estas Navidades falleció la hija única del general Franco. Unos días antes del fatal desenlace, La Razón me encargó un resumen de su vida. Aquí está.
Viví mis primeros años bajo la dictadura de Franco. No fueron los peores del régimen, pero la libertad de expresión no estaba entre sus virtudes. Cierto, la iglesia católica resultaba omnipresente, pero, en términos generales, la inmensa mayoría de la población participaba masivamente en ritos, fiestas y celebraciones que, en algunos casos, hace décadas, desaparecieron.
Se cuenta que Unamuno aprendió danés para poder leer en su lengua original a Kierkegaard. Lo creo. Yo mismo estudié ruso para leer a Solzhenitsyn en el idioma original y me adentré en el sánscrito para hacer lo mismo con la Baghavad Gita.
Estas Navidades falleció el gran actor español Pedro Osinaga. Escribí este artículo sobre él. Espero que lo disfruten.