Hay lugares que se fijan en la memoria como huella de la dicha que una vez tuvimos y que, quizá, ya no está con nosotros. Conozco a la perfección los relacionados conmigo.
El enorme éxito de La lista de Schindler tuvo, entre otras consecuencias, que el director Stanley Kubrick abandonara su proyecto de llevar a la gran pantalla una novela de Louis Begley titulada Mentiras en tiempos de guerra.
Personalmente, me trae sin cuidado donde esté enterrado Franco. El Valle de los caídos no fue levantado para servirle de tumba sino como monumento de reconciliación con muertos de ambos bandos bajo la cruz. La decisión de sepultarlo allí se debió al rey Juan Carlos I y no al general.
En 1995, el gobierno socialista decidió encargar un estudio sobre la situación laboral española a un conocido izquierdista norteamericano llamado James Petras.
Durante el siglo XVII, un autor reformado llamado Paul Gerhardt escribió un himno alemán donde se refería a la cabeza de Cristo maltratada durante la Pasión.
Una de las cuestiones más discutidas de la Historia es la razón por la que Jesús fue arrestado, condenado y entregado a Pilato por las autoridades del templo para que le diera muerte. Realmente, los motivos fueron varios.
Conocí en persona a Rafael Abella en 1996. Los dos habíamos sido invitados a un programa de libros en RTVE junto a Francisco Umbral y un veterano anarquista que ya no cumplía los ochenta.