Hace unos días volví a pasar por El espejo para abordar nuevos asuntos relacionados con la Casa Blanca.
Conocí en persona a Rafael Abella en 1996. Los dos habíamos sido invitados a un programa de libros en RTVE junto a Francisco Umbral y un veterano anarquista que ya no cumplía los ochenta.
Durante un lustro, he estado exponiendo una y otra vez la bomba de relojería que significaba la gestión de Cristóbal Montoro. Sobre el papel, él solito logró que la deuda pública española pasara del sesenta por ciento que dejó ZP a un cien por cien.
El amago de nombramiento para director de RTVE de un hombre de Soros – y de Podemos – ha llevado algunos a mencionar, siquiera de pasada al personaje.
Tras la experiencia del bautismo, Jesús se retiró al desierto. Una acción semejante hundía sus raíces en la Historia del pueblo judío.
A fin de cuentas, ante Jesús el mesías sólo caben dos opciones. La primera, por supuesto, es la de rechazarlo. No necesariamente tiene que tratarse de rehusar formalmente. Basta con cerrar los oídos, con mirar para otro lado, con no responder.
“España, meca del turismo o leyenda de la guerra civil. Todo mezclado con Lorca. Yo ya estoy harto de Lorca. Mujeres estériles, dramas rurales… ¡ya basta!... yo no estuve en Teruel ni en la batalla del Ebro.
No hay año en que el cine argentino no produzca alguna película de interés.
A veces suceden situaciones sencillas que acaban teniendo el calibre de una revelación. Me pasó la semana pasada con algo tan sencillo como quedarme sin limpiadora. Habitualmente, no la necesito. Soy yo quien, casi a diario, lava, friega, cocina y barre sin mayor problema y como ando solo ensucio poco.