LOS PRIMEROS CRISTIANOS: LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (VII): LA CRISTOLOGÍA (VII): El Nombre y la Palabra
Si hay algo de lo que no tengo la menor duda es de que Dios me ha salvado de infinidad de peligros a lo largo de mi vida. En algunos casos, lo supe desde el primer momento porque había orado por ello, porque el peligro era manifiesto y porque vi cómo se disipaba.
El legado extraordinario de Isaías al que nos hemos acercado someramente en las últimas semanas no debería llevarnos a pasar por alto la existencia de otros profetas menos conocidos.
En cierta ocasión, informaron a Napoleón de que uno de sus subordinados era corrupto. Tras examinar el caso concienzudamente, el emperador fue a visitar al sujeto que, viéndose venir lo peor, realizó protestas de su inocencia. La respuesta del Gran corso fue terminante: “la corrupción se puede frenar, pero la estupidez no se cura”.
Una cadena de grandes almacenes decidió hace unos días difundir un anuncio relacionado con la cercana celebración de san Valentín. Apenas conocido sobre el cortometraje publicado cayeron las iras de los siervos de la ideología de género que, como mínimo, lo acusaban de machista y que incluso pretendían que justificaba el maltrato femenino.
El reciente estreno de The Birth of a Nation (El nacimiento de una nación) ha vuelto a proyectar sobre la pantalla grande el pasado de la esclavitud en la Historia de Estados Unidos. El título de la cinta no es casual ya que constituye un paralelo al de la obra maestra de Griffith donde se cantaba a los valores de la vieja Confederación, discriminación racial incluida.
Ya en el pasado, le había llamado la atención a Cándido una conducta peculiar que se repitió en el curso de sus peripecias con RETAR. Se trata de aquellas personas que te avisan del peligro sólo cuando ya has sido víctima del mismo.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS: LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (VI): LA CRISTOLOGÍA (VI): El Señor
En 1655, un erudito judío llamado Menasseh ben Israel solicitó entrevistarse con Oliver Cromwell, el dirigente puritano que había mandado a las fuerzas del parlamento y derribado al rey Carlos I.