Conocí a Jesús Hermida siendo ya bastante mayor. Me acababan de conceder un micrófono de plata por la dirección de La Linterna y entre los que entregaban los galardones estaba él.
El ansia por llegar al poder y la vinculación innegable de los máximos dirigentes de Podemos con la dictadura chavista han llevado en los últimos tiempos a algunos de sus corifeos a insistir acaloradamente en que su modelo son los países escandinavos.
Fue hace dos años, día arriba, día abajo. Aquella persona acababa de protagonizar un episodio de jaboneo clamoroso cuyo destinatario había sido Rosa Díez. Esperé a que la dirigente máxima de UPyD desapareciera y le pregunté al sujeto en cuestión si le parecía razonable aquella forma de adular.
No suelo yo escribir de lo que pasa los fines de semana, pero es que el último ha tenido su aquel.
Si la Reforma, al regresar a la Biblia, liberó al pueblo llano del sistema paganizado de salvación que ofrecía la iglesia de Roma, no menos libertad espiritual – y no sólo espiritual – significó la recuperación del principio bíblico de “Solo Christo”.
Si las figuras del Antiguo Régimen tardaron en reaccionar frente a la invasión francesa, el pueblo se movilizó de forma inmediata. El primero fue el alcalde de Móstoles y a él le siguieron como reguero de pólvora gentes de todas las regiones españolas.
El islam español demostró desde sus inicios una exasperante incapacidad para crear un sistema político estable. El califato creado por Abd-ar-Rahmán III resultó brillante, pero no pasó de ser una estrella que declinó de forma acelerada tras la muerte de Almanzor.