Sucedió hace más de una década. Colaboraba yo en un programa de televisión y la directora nos convenció a tres de los contertulios para que nos disfrazáramos de Reyes Magos en un especial navideño. Yo - que sin gafas no veía tres en un camello – estuve a punto de caerme por unas escaleras.
El islam español demostró desde sus inicios una exasperante incapacidad para crear un sistema político estable. Se diga lo que se diga, los bereberes odiaban a los sirios, los sirios aborrecían a los árabes, los árabes se enfrentaban entre si y los maulas, es decir, los españoles que habían abrazado el islam los detestaban a todos.
En medio de una situación que empeoraba a ojos vista resultó de especial relevancia el comportamiento de los dominicos como denunciantes de Lutero. El 14 de marzo, el agustino había predicado un sermón sobre el abuso de poder que se producía en la práctica de la excomunión. Semejante hecho, como ya hemos señalado con anterioridad, es reconocido en la actualidad por los propios estudiosos católicos como Lortz, pero, a la sazón, dejaba expuesto un flanco peligroso por el que atacar a Lutero.
La semana pasada expliqué el contenido del Antiguo Testamento o Tanaj. Sé que no es cosa fácil para los que apenas se han acercado a él, pero confío en que durante las próximas semanas iremos desgranándolo poco a poco – ya saben ustedes una semana, antiguo y otra nuevo – y que también, poco a poco, todo se hará comprensible.
Tras la muerte de Almanzor, el islam español estalló en una serie de unidades políticas denominadas convencionalmente reinos de taifas. Escasa perdurabilidad hubieran tenido, a pesar de su refinamiento cultural, de no ser por la llegada de sucesivas invasiones de integristas islámicos procedentes del norte de África.
Se ha cumplido estos días el cincuenta aniversario de la muerte de Cole Porter y confieso que la fecha me ha llenado de melancolía. Porter era un compositor extraordinario no sólo por su fecundidad – mil canciones, nota arriba, nota abajo – sino también por su lenguaje y su capacidad de versificación. Incluso su melodía más sencilla demuestra un dominio del idioma realmente pasmoso, amén de una capacidad para la diversificación casi sobrecogedora.
Desde el exilio, he visto las imágenes y no puedo creerlas. Un cordón policial delante de la casa donde se sacrificó al perro Excalibur; vecinos con un letrero en inglés avisando al animal de que España está con él; gente gritando a la policía “¡Asesinos!” y epítetos en los que se niega rotundamente la decencia de sus madres…
Confieso que comencé a ver la serie con escepticismo. Acababa de tragarme las dos temporadas de Hatufim y, sinceramente, cuando me dijeron que Homeland estaba basada en la citada serie israelí no creí que pudiera superarla.