Confieso que hay ocasiones en que me veo sumido en el más profundo estupor. Estuvo a punto de sucederme hace unos días cuando una política afirmó que los piropos deberían ser ilegalizados.
La Historia religiosa – como la nacional – suele caracterizarse por la dosificación de la mentira. Pretende a fin de cuentas mantener a los fieles en el redil y así, de manera conveniente, oculta, resalta o tergiversa tal o cual episodio histórico. Hasta bien entrado el siglo XX, por ejemplo, de san Francisco Javier se podía alabar que entre las primeras medidas que impulsó al llegar a Oriente fuera la de implantar la inquisición para que arrojara al fuego a los herejes.
Si Felipe II reunió en si mismo los peores defectos de la España de los Austrias – fanatismo, soberbia, superstición… - otro hijo de su padre, Carlos I, pareció compendiar las virtudes de la época.
El uso del terror como forma de imponer el dominio sobre otros seres humanos hunde sus raíces en la noche de los tiempos. El imperio asirio recurrió a un terror basado en formas de ejecución pavorosas como el empalamiento o la deportación total de poblaciones enteras.
El espejo dirigido por Juan Manuel Cao es uno de los programas más interesantes de la televisión de la Florida. La semana pasada, participé en un debate sobre el islam. Les incluyo las dos partes del debate. Espero que lo disfruten.
En el ABC del terrorismo se halla una estrategia utilizada de manera pertinaz que, ocasionalmente, recibe el nombre de acción-reacción-acción. Su desarrollo es tan perverso como eficaz.