La última carta escrita por Pablo en cautividad fue la dirigida a los filipenses. Como en el caso de Gálatas o de Filemón, se trata de un escrito profundamente personal en el que uno casi puede imaginar al anciano y cautivo Pablo dirigiéndose a sus hermanos de Filipos.
En 1757, un joven de 22 años llamado Robert Robinson escribió un himno titulado "Come Thou Fount of Every Blessing" (Ven, tu, fuente de toda bendición.
Las películas españolas tardan en pasar el océano – en ocasiones, no lo consiguen – y sólo la semana pasada pude ver Oro. Les adelanto que me ha gustado mucho por varias razones. Paso por alto la interpretación y la ambientación que son excelentes.
Señalaba al final de la entrega anterior que Trevijano tenía una novela y a ello voy a dedicar este post. Aclaro que no la tiene por su saber jurídico ya que a decir verdad sus análisis siempre me parecieron dogmáticos y campanudos, pero poco profundos.
Hace unos días tuvo lugar el fallecimiento de Antonio García Trevijano y, en contra de lo que esperaban sus adeptos, no se produjo una cascada de panegíricos glosándole como uno de los españoles más importantes del siglo XX.
Muy parecida a la carta a los colosenses es la que figura en el Nuevo Testamento como Epístola a los efesios. Algunos autores la han identificado con la carta a los laodicenses que anuncia Pablo en Colosenses 4, 16 y la posibilidad no puede descartarse.
En 1775, un personaje llamado Augustus M. Toplady compuso un himno titulado Rock of Ages (Roca de las Edades o de las épocas) que estaría llamado a disfrutar de una enorme popularidad. El texto señalaba a Dios como la Roca que a lo largo de los siglos ha dado fortaleza y refugio a los que se acogen a El.
Hay noticias que le parten el alma al más curtido y entre ellas se encuentra la de enterarse de la muerte de un niño que sonríe. Durante días, al otro lado del Atlántico, he estado siguiendo las noticas de esa criatura con una expresión facial que sólo se da en la inocencia infantil, que había desaparecido y que se llamaba Gabriel.
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que me enfrenté con el Calígula de Albert Camus. Fue en uno de aquellos Estudio-1 que hicieron más por la cultura de los españoles que todos los ministerios de ese jaez que han gastado el dinero de los contribuyentes durante los últimos cuarenta años.