En 1861, un político de notable experiencia y formación se convirtió en presidente de los Estados Unidos. Su llegada a la Casa Blanca vino acompañada de gritos airados contra su legitimidad y de amenazas de tiempos venideros terribles. Sin embargo, aquel hombre supo convertirse en el jefe de estado más importante de la Historia de su nación al lograr conjurar las ansias de secesión de los estados del sur e impulsar un “nuevo nacimiento en libertad” logrando que “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” no desapareciera de su patria.
Me cuesta cierto trabajo recordar desde cuando soy republicano. Sé que lo era a los ocho años porque cuando leí Corazón de Edmundo de Amicis lo único que me disgustó fue su canto a la monarquía. La causa – estoy convencido – se encuentra en mi enamoramiento de infancia del sistema estadounidense. A esta razón se sumó – tendría doce años – mis primeras lecturas sobre la revolución francesa.
Este viernes no tenemos podcast. Espero que ustedes me lo perdonarán porque, en su sustitución, cuelgo el video del encuentro que mantuve con algunos de los amigos de Facebook el 1 de junio. Lo mejor fueron los amigos. La grabación tiene algún defectillo, pero merece la pena y en ella las preguntas resultaron lo más interesante. Ya lo verán.
En el curso de la Guerra fría, Estados Unidos disfrutó del monopolio del arma nuclear durante casi un lustro y de una superioridad absoluta hasta la desaparición de la URSS. Esa ventaja fue esgrimida por algunos geo-estrategas para justificar la utilización de la bomba atómica incluso en ataques preventivos que llevaran a una derrota militar de la URSS.
El viernes de la semana pasada, como despedida para mi hija Lara, los dos fuimos a una de las representaciones del teatro Karpas de Madrid. Decir que salimos más que satisfechos es poco. Salimos encantados. El trabajo que Manuel Carcedo y su compañía realizan desde hace años es, con diferencia, de lo mejor que puede verse en toda España. Lo mismo si se trata de un espectáculo infantil que de la recuperación de clásicos como La Celestina, Lope de Vega, Jardiel Poncela o Lorca, el resultado es magnífico. Todo ello a pesar de que el 21 por ciento de IVA perpetrado por el ministro Montoro ha colocado la cultura teatral al borde del abismo en nuestra querida España. Me faltan palabras para encomiar la labor extraordinaria de estos teatros, de pequeñas dimensiones pero grandísima calidad, que siguen sobreviviendo contra el viento de la incultura de años y la marea montoriana. He decidido por ello incluir una entrevista con el director de Karpas. Tras ella, aparece el repertorio que ahora tienen en cartel y un enlace. Sinceramente: no se lo pierdan.
La Segunda guerra mundial experimentó un giro radical a las cuatro de la madrugada del 22 de junio de 1941 cuando Hitler invadió la URSS. Hasta entonces, las fulgurantes victorias de la Wehrmacht habían sido simples preliminares de la batalla hacia el Este que el Führer venía preconizando desde Mein Kampf. Para Gran Bretaña, la resistencia de la URSS resultaba esencial y para Estados Unidos – que entró en el conflicto en diciembre del mismo año – no lo fue menos. Sin embargo, la URSS no deseaba cargar prácticamente a solas con el peso del conflicto.