Como Alcalá-Zamora, Azaña pertenecía al grupo de políticos monárquicos desengañados que no habían visto otra salida para regenerar España que la república. La república que no la democracia.
En las semanas anteriores, en sucesivas entregas, he ido desgranando la realidad histórica de los resultados de la conquista del Perú y del final del imperio inca.
Estamos a inicios de agosto y ya hemos llegado al setenta y cinco por ciento del crowdfunding. Confieso que mis sentimientos son encontrados ante esta cifra cuando nos queda algo más de 25 días para llegar al final del plazo.
Durante meses, se estuvo dando por descontado que el ministro de Guindos acabaría a la cabeza del Eurogrupo.
Si el predicador ha dedicado los dos primeros capítulos a mostrar la vaciedad de la búsqueda de la sabiduría y del disfrute material “bajo el sol”, los capítulos 3 y 4 abordan un tema especialmente sensible como es el de la injusticia.
Procedía de la clase política de la monarquía parlamentaria y quizá por eso mismo la contemplaba con incontenible aversión. Algunos lo acusarían de ser sólo un resentido que deseaba vengarse de un rey distante.
Cuando se observa imparcialmente lo que fue la conquista del Perú y la subsiguiente explotación colonial, cuando se examina especialmente la suerte de una población indígena que fue explotada sin limitaciones y que se desplomó numéricamente no pudiendo recuperarse hasta el siglo XX y cuando se busca la razón de que aquella situación la pregunta que resuena es cómo pudo todo aquello ser posible.