Programa completo de La Voz de César Vidal publicado el lunes 14 de septiembre de 2020.
Hoy, reanudamos las emisiones del programa La Voz en su séptima temporada. La verdad es que quien escribe estas líneas lanza la vista atrás y no se puede creer que hayamos llegado hasta aquí con la cantidad inmensa de obstáculos, dificultades y carencia de medios que hemos padecido. Gracias a Dios y a la gente que ha colaborado con el crowdfunding, hasta aquí hemos llegado y hoy nos reincorporamos. La cuestión es que yo debería llegar fresco, descansado, nuevo tras las vacaciones, pero la realidad es que no ha habido vacaciones. De entrada, estuvo la promoción de mi último libro Un mundo que cambia. Era lógico y esperable, pero también resultó agotador. Hubo semanas en que ni un solo día estuvo exento de entrevistas que rara vez bajaban de una hora de duración. Como manera de descansar no es la ideal, pero hay que cumplir con las obligaciones y yo siempre lo hago animado y animoso.
Las elecciones presidenciales resultan claves para entender lo que pasa en Estados Unidos. También es verdad que para captar lo que sucede hay que viajar, hablar con la gente de la calle y tener la mollera mínimamente abierta. De lo contrario, no sólo no se comprende nada sino que además se repite como un papagayo tontorrón las consignas de la progresía.
Fue una noche más que notable. Frente al entonces vicepresidente Biden, los republicanos lanzaron a Ryan como candidato a la vicepresidencia. Ryan era a la sazón el niño bonito de los republicanos. Se deshacían en elogios al referirse a él. Iban desde glosas a su supuesta brillantez dialéctica a grititos admirados porque, al parecer, había leído a Tomás de Aquino, ese teólogo al que suelen referirse precisamente los que no lo conocen ni por el forro.
Julio del año pasado. Primarias presidenciales del partido demócrata. A la cabeza, el socialista Bernie Sanders y un Biden, antiguo vicepresidente de Obama. En las horas anteriores, la senadora de California Kamala Harris sonaba no mucho, pero sí, algo.
El pasado 25 de mayo, un delincuente con abundantes antecedentes, incluido el de atraco a mano armada contra una embarazada, falleció tras su detención por policías de Minneapolis.
Este verano no se puede decir que haya tenido vacaciones porque, entre unos y otros – a lo mejor, lo cuento – no me han dejado descansar un solo día. Aún así, he tenido espacio para leer más y para ver películas y series. Una de las primeras que vi fue Curro Jiménez. Para gente joven, Curro Jiménez no significa nada, pero aquellos que éramos adolescentes a finales de los setenta fue un personaje emblemático. No sólo jóvenes, digámoslo claro. Recuerdo a una señora añosa a la que su marido daba muy mala vida y que decía continuamente que quién fuera el caballo de Curro Jiménez… saque cada cual sus conclusiones.
En la época de Franco, circulaba una historia seguramente apócrifa, pero muy reveladora. El dictador llegaba a un pueblo y los vecinos eran convocados delante del ayuntamiento para escuchar un discurso. Mientras la gente aclamaba a Franco, un sujeto aislado negaba con la cabeza, nada convencido de lo que escuchaba. Concluido el acto, el general convocaba al disidente y le preguntaba por las causas de su incredulidad. El hombre respondía que, por razones profesionales, viajaba mucho, que veía cómo estaba España y que le constaba que había una considerable distancia entre lo relatado en el discurso y la realidad nacional. Llegados a ese punto, Franco zanjaba la cuestión de manera directa: “Pues menos viajar y más leer la prensa”. Hace cuatro años, en esta misma tribuna, también en septiembre, anuncié que las elecciones las ganaría Trump y luego continué haciéndolo en los meses siguientes. Sí, ya sé que los medios decían todo lo contrario, pero, en contra de lo recomendado por Franco en el chiste, viajo más que leo la prensa. Además conozco el sistema de elección de Estados Unidos que, surgido de la separación estricta de poderes, es muy diferente al español. A día de hoy, de los compromisarios, Biden cuenta con seguridad con 171 frente a los 182 de los que ya dispone Trump. Si se estudia estado por estado – mejor, circunscripción por circunscripción - la horquilla de compromisarios da también vencedor a Trump tanto por el margen superior como por el inferior. Esta circunstancia, a día de hoy, puede cambiar de acuerdo con dos variables. La primera es que Biden no vaya a un debate contra Trump. Entonces una parte considerable del pueblo americano llegará a la conclusión de que está gagá o es un cobarde y el varapalo sufrido por Biden será mayor. La segunda es que se produzca una crisis de extraordinaria gravedad que pueda ser utilizada contra Trump e impedir la reelección. No es fácil, pero tampoco imposible. Por ejemplo, una invasión de extraterrestres no iría en contra del actual presidente sino que agruparía a los ciudadanos de Estados Unidos detrás de Trump para enfrentarse con la amenaza alienígena. A lo anterior, se suma la situación del orden público. Los antifas, los Black Lives Matter y los demócratas lo están intentando, pero, a estas alturas, cada desorden, cada revuelta, cada disturbio suma votos en favor de un Trump que capitaliza la consigna de ley y orden siquiera porque sus adversarios políticos pretenden, entre otras cosas, privar de fondos a la policía. Saquen ustedes conclusiones.
Que Melania Trump es una belleza resulta indiscutible. Que tiene una elegancia que no se encuentro ni lejanamente en las fotos o los videos de los medios españoles donde suele ser noticia que una jovenzuela enseña el traserillo es algo en lo que tampoco merece la pena detenerse.