Millones y millones de personas adoran, veneran y admiran a Jesús de Nazaret. Dios, para algunos, maestro, para otros. La verdad, sin embargo, es que su historia y sus verdaderas enseñanzas son ignoradas por las masas. Siglos de interpretaciones y manipulaciones han ocultado el hecho de que Jesús no era un cristiano. El reconocido historiador César Vidal nos presenta en Más que un rabino a Jesús quien nació, vivió y murió como judío. No podemos entender a cabalidad sus enseñanzas y su impacto en la religión hasta que entendamos completamente este hecho.
No te pierdas los consejos de César Vidal para el 2020.
Sólo Jesús cumple multitud de profecías sobre la aparición del Mesías: nacer de una virgen, fecha, lugar, circunstancias políticas, ascendencia...
Descansamos del blog por unas semanas hasta el 13 de enero aprovechando la época navideña y sin perjuicio de que en estos próximos días, ocasionalmente, compartamos materiales escritos o audiovisuales. He querido despedir este año – ¡¡¡setecientos folios de blogs!!! – con una canción de Navidad.
César Vidal te cuenta un cuento que quizás podría ser realidad ;-)
De la manera más inesperada, las revelaciones se interrumpieron. Esta circunstancia arrastró a Mahoma a un nuevo estado de desazón del que, según la tradición, salió gracias a recibir el mensaje contenido en la sura 93:
La falsedad como cimiento de grandes ganancias económicas y políticas no fue una excepción en el seno de la iglesia católica sino una manifestación más de una política sistemática de manipulación de la piedad que aparecía en otros ámbitos también como la literatura o las artes plásticas. Otro de esos ejemplos, uno más, fue Gonzalo de Berceo, figura máxima del denominado Mester de clerecía, el autor más relevante de la España de la época y, como en cierta ocasión escuché a un amigo que es un prelado católico, autor de publirreportajes religiosos.
Estoy aprovechando estos días navideños para rever – más que ver – películas y series que merecen realmente la pena. Es así como he vuelto a deleitarme con Yo, Claudio, una serie británica de 1976 basada en las dos novelas de Robert Graves Yo, Claudio y Claudio, el dios y su esposa Mesalina. Graves – que pasó buena parte de su vida viviendo en un pueblecito de las Baleares – fue un personaje verdaderamente extraordinario. Escribió grandes novelas, notables relatos y ensayos históricos excepcionales. Derrapaba muchas veces porque él mismo era pagano y adorador de la Diosa y esa cosmovisión determinaba muchos de sus obras. Con todo y con eso, su lectura es apasionante. Por cierto, aborrecía el cristianismo del que sólo salvaba el culto a la Virgen y éste porque no era sino un trasunto del culto a la Diosa, una afirmación que tiene mucha verdad aunque, seguramente, sacará de quicio a más de uno. Saque cada uno sus conclusiones, pero debo insistir en que sus novelas son extraordinarias.
Señalaba en los artículos anteriores como las recientes muertes sufridas en Estados Unidos han desatado la consabida verborrea sobre el supremacismo blanco y Trump dejando de manifiesto la ignorancia y la mala fe de muchos. Me detuve entonces en el derecho a llevar armas y en la violencia en el resto del continente. Me referiré hoy al problema inmigratorio.
Corría el año 399 a. de C., cuando un jurado popular de Atenas votó a favor de condenar a muerte al filósofo Sócrates. El veredicto no dejaba de resultar llamativo ya que Sócrates era una persona de extraordinaria integridad que no había comprometido nunca su honradez e imparcialidad ni siquiera bajo las peores presiones.