El cine israelí no suele llegar a nuestras pantallas, pero, ocasionalmente, algunas películas lo consiguen y suele merecer la pena verlas. Es el caso de la que quiero comentar hoy. Para muchos, Israel es una nación occidental - ¿acaso no concursa en Eurovisión? – y tendría que ser como una especie de Alemania o Francia con jasidim y palestinos.
Una de las esperanzas que abrigan los mortales es la de heredar. Las herencias tienen un no sé qué de agradable que procede, en no escasa medida, de que no son fruto del esfuerzo propio sino de la laboriosidad e incluso la generosidad ajenas. Por supuesto, no siempre es fácil recibirlas.
Las generaciones actuales no pueden imaginar lo que fue la carrera espacial de hace ya - ¡cómo pasa el tiempo! – medio siglo. El envío de hombres al espacio, las órbitas de naves estelares en torno a la tierra, la llegada del hombre a la luna no les dicen apenas nada si es que les dicen algo.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS: LAS FUENTES ESCRITAS (X): FUENTES CRISTIANAS (VIII): Obras apócrifas perdidas (I)[1]
La sección de antropología del museo de Historia natural resulta extraordinariamente interesante. De acuerdo con la ortodoxia oficial, el museo expone lo que parece una aparición sucesiva de seres humanos cada vez más perfeccionados hasta llegar a la actualidad.
He señalado ya que la actual campaña presidencial en Estados Unidos se está caracterizando por una enorme suciedad. Hace apenas unas horas, me lo comentaba en Washington un auténtico veterano insistiéndome en que, en más de cincuenta años, no había visto una situación semejante.