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Domingo, 17 de Noviembre de 2024
César Vidal

César Vidal

Where Could I Go But to the Lord

Sábado, 27 de Julio de 2019

La verdad es que enciende uno la televisión o la radio y es para echarse a temblar.  En España, siguen dándole vueltas a ver si sale Sánchez o no investido y, por lo tanto, si habrá nuevas elecciones antes de fin de año o no.  Tampoco anda la gente muy contenta con lo que están haciendo PP o Ciudadanos – o VOX si tienes que salvar una radio quebrada del cierre – y, por supuesto, no sabemos lo que va a suceder con la sentencia de los golpistas catalanes o con los chiringuitos de ideología de género en Andalucía o con tantas cosas.  De la corrupción relacionada con el PSOE o con el nacionalismo catalán, debe señalarse que, de manera llamativa, las causas parecen estar durmiendo en los tribunales el sueño eterno.   Es más.  Van prescribiendo y los presuntos responsables se libran de cualquier problema.  Por supuesto, la Agencia tributaria no deja de morder el polvo en los tribunales, pero como, de momento, ningún inspector ha ido a la cárcel, sus sicarios siguen pisoteando los derechos de los ciudadanos de manera sistemática.   Que España se acerca a una nueva crisis tiene poca discusión, pero la cuestión importante es si la Unión Europea la aguantará o, por el contrario, la acompañará en el desastre porque, sinceramente, lo del Deutsche Bank no es nada tranquilizador.

Marcos ha dejado de manifiesto en los episodios anteriores cómo hay que seguir a Jesús – mucho más que un maestro – lo que puede implicar seguirlo y cómo ese seguimiento no es, en última instancia, más que el deseo vivo e inocente de tomarlo como ejemplo para todo.  Precisamente porque Jesús ha expresado con enorme claridad algo tan esencial nos llama la atención que Santiago y Juan fueran impermeables a su enseñanza y siguieran empeñados en su propia visión.  Como diría un castizo, Jesús podía decir lo que quisiera, que Santiago y Juan seguían a su bola y su bola era clara, en el gobierno del mesías en Jerusalén querían las carteras principales (10, 35-37).  Resulta difícil evitar la sensación de que Jesús tuvo que hacer un enorme acopio de paciencia para no soltar un improperio al escuchar sus pretensiones.  De hecho (10, 38), la referencia a no sabéis lo que pedís y, por enésima vez, a cuál sería el final del mesías parece un intento de Jesús de colocarlos en el lugar donde puedan reflexionar.  Claro que ni Santiago ni Juan estaban por la reflexión sino por la ambición y respondieron que podían aceptar cualquier cosa que les allanara el camino del poder (10, 39).  La respuesta de Jesús suena, a la vez, cariñosa y triste.  Sí, claro que acabarían pasando por lo mismo que él (10, 39), pero eso no les garantizaría una cartera mejor en el gobierno (10, 40). 

Desastrosa Ucrania

Jueves, 25 de Julio de 2019

Ucrania es una nación totalmente artificial que intentaron crear el kaiser y Hitler y que, finalmente, surgió como consecuencia de uno de los errores geo-estratégicos más graves cometidos por Estados Unidos.  Además constituye un desastre sin paliativos.  Baste decir que, en lo que va de siglo más de la tercera parte de su población – cifras oficiales del parlamento ucraniano o Rada – se ha marchado en busca de horizontes más benévolos.  No pocos huyeron a Rusia porque, siendo ucranianos, regresaban a la patria histórica como hicieron, antes que ellos, los ucranianos y más que rusos, Gógol y Bulgákov.  Otros han decidido buscarse la vida en cualquiera de los cuatro puntos cardinales convencidos de que en Ucrania jamás encontrarán ni libertad ni justicia ni prosperidad.  Ahí se encuentran desde los refugiados políticos – de los que no se habla – hasta los emigrantes económicos que en sólo España son decenas de miles.  Nada de esto puede sorprender teniendo en cuenta la corrupción omnipresente de las instituciones ucranianas donde las acciones de un diputado tienen hasta tarifa de soborno, donde los nacionalistas han reencaminado las derrotas electorales con golpes de estado – el último en el 2014 – y donde incluso se elaboraron listas negras de periodistas – varios de La Razón - como en una república bananera.  Con este trasfondo irrefutable, el nuevo presidente ucraniano – un comediante votado porque sus rivales eran vomitivos – ha decidido aumentar la tensión solicitando a Estados Unidos – una potencia extraeuropea – y a Gran Bretaña – que ha salido de Europa – que entren en el grupo que vela por el cumplimiento de unos acuerdos de Minsk que Ucrania ha violado sistemáticamente.  La jugada es comprensible.  Francia y Alemania desean mantener unas buenas relaciones con Rusia que son lógicas y convenientes y que no se pueden compensar con la colaboración de la patética Ucrania.  Mientras tanto, otras naciones europeas – Italia es un gran ejemplo – decidieron hace años olvidarse de los nacionalistas ucranianos y negociar con Rusia aunque sea a través de terceros.  En otras palabras, Lituania puede pensar lo que quiera, pero, para la mayoría de Europa, Ucrania es un verdadero fardo que desearía sacudirse de encima y que tiene que llevar a cuestas por eso de la NATO.  Verdaderamente estúpidas serán las naciones europeas si permiten que su destino futuro lo vuelvan a marcar los nacionalistas ucranianos – quizá la casta política más corrompida del continente – en lugar de sus intereses. 

Rebelión a bordo

Miércoles, 24 de Julio de 2019

Huele a vacaciones y yo debo dejarles con un libro ideal para esta época.  Al menos, así lo fue para mi hace ya muchos, muchos años.  Debía yo andar por los siete u ocho años – no más - y recuerdo que era un día del Libro.  Paseaba con mi padre por la Plaza Mayor de Madrid cuando mis ojos quedaron atrapados por una llamativa fotografía en la que la blanca silueta de un velero se recortaba contra un cielo hermosamente azul.  El título del libro era Rebelión a bordo.  No es que yo tuviera una idea muy clara de lo que significaba “a bordo”, pero la mera visión del buque me había cautivado.  Mi padre no pudo aclararme de que se trataba aquel volumen aunque luego he pensado que, seguramente, conocía la versión cinematográfica que protagonizaron Clark Gable y Charles Laughton.  Fuera como fuese, la economía doméstica no andaba para muchos dispendios y, desde luego, no me compró el libro.  Pero, a veces, en esta vida es sólo cuestión de esperar porque lo acabó haciendo.  Fue unos cuatro o cinco años después, tras un curso académico razonablemente brillante en lo que a mi se refería.  ¡Qué tiempos aquellos en que podíamos esperar cuatro o cinco años para hacernos con un libro comparados con éstos en que los niños se pueden volver histéricos si de manera inmediata no se les concede un capricho!

Por fin, ha llegado el día por el que regresé a Nanjing, el día de la graduación de mi hija.  Recogemos el traje que el sastre chino ha confeccionado para esta ceremonia y me preparo a pasarla.  Son muchos recuerdos los que se agolpan en mi mente y en mi corazón.  Recuerdo cuando Lara se graduó en el Colegio británico en Aragón y me pidieron que tuviera la lección magistral para su curso y abrí con mi hija el baile de ceremonia.  Recuerdo cuando se graduó en SMU, en Texas, y luego me quedé con ella para ayudarla a realizar una mudanza verdaderamente de impresión.  Recuerdo cuando marchó a China a realizar estudios de posgrado sin saber prácticamente nada de chino, pero rezumante de esa audacia y esa valentía que la han caracterizado desde muy pequeña.  Recuerdo los viajes de estos cuatro años a China para reencontrarme con ella e ir conociendo una nación extraordinaria que se ha convertido en la gran rival de los Estados Unidos por la hegemonía del planeta.  Recuerdo los reencuentros en vacaciones y los viajes juntos y los libros comentados y las películas compartidas.  Sí, no cabe duda de que está a punto de cerrarse un ciclo.  Posiblemente, el broche de oro no será ya esta ceremonia de graduación sino cuando la acompañe en Estados Unidos a su primer trabajo, un trabajo que no tardará en encontrar más de unas semanas o quizá unos días.

Toda edad es hermosa

Lunes, 22 de Julio de 2019

José de Segovia es una de las pocas mentes verdaderamente lúcidas que conozco en España.  No pretendo decir con esto que los demás no le den al cerebro.  Le pegan y, a veces, en exceso.  Sin embargo, de Segovia tiene un especial talento para acercarse al cine, la música o los libros y reflexionar encontrando lo que a la inmensa mayoría se le escapa.  Precisamente por ello, me quedé un tanto sobrecogido hace unos días cuando escribió que le gustaría regresar a la juventud aunque no a la actual que le causaba horror sino a la suya de los años ochenta.  Añadía además que si eso fuera posible quizá lograría ser feliz.  Sinceramente, yo no creo que cualquier tiempo pasado fue mejor.  No es verdad.  Si acaso teníamos menos años y punto.  Pero además no termino de verle la gracia a regresar a ninguna edad.  Incluso en el supuesto de que pudiera conservar el conocimiento y la experiencia que disfruto actualmente me espanta la idea de ser otra vez un adolescente o un veinteañero.  No podría soportar a las chonis y equivalentes y, con toda certeza, a mi me encontrarían insoportable. 

Jesús, el judío (L)

Domingo, 21 de Julio de 2019

“AL TERCER DÍA RESUCITÓ…”  (II): las apariciones

    En apenas unas horas María Magdalena (Marcos 16, 9-11; Juan 20, 11-18); las otras mujeres (Mateo 28, 8-10) y dos discípulos que iban camino de Emmaús (Lucas 24, 13-32; Marcos 16, 12-13) experimentaron distintas visiones del crucificado que se había levantado de entre los muertos.  Todo ello sucedió antes de que también Pedro lo contemplara (Lucas 24, 34; I Corintios 15, 5) y de que los Once, ya en las primeras horas de la noche, atravesaran la misma experiencia (Juan 20, 19-25; Lucas 24, 36-43; Marcos 16, 14).  Un par de décadas después Pablo realizaría un sumario[1] de lo que fueron aquellos episodios que se extendieron todavía algunos días después del domingo de Pascua:

 

          Porque, en primer lugar, os he enseñado lo que asimismo recibí: que el Mesías murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que se apareció a Pedro y luego a los doce.  Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que muchos siguen vivos, aunque otros ya han muerto.  Luego se apareció a Santiago; más tarde a todos los apóstoles.  Y el último de todos, como si fuera un aborto, se me apareció a mi.

          (I Corintios 15, 1-9)  .  

 

          Lejos de proporcionarnos descripciones míticas y cargadas con elementos legendarios – como, por ejemplo, hallamos en el Talmud o en los Evangelios apócrifos – lo que nos ofrecen las fuentes es una sucesión puntillosamente veraz y teñida por la lógica sorpresa de lo que aconteció durante el curso de aquellas horas.  Al respecto, no deja de ser significativo que haya sido un erudito judío, David Flusser, el que haya afirmado: 

 

      No tenemos ningún motivo para dudar de que el Crucificado se apareciera a Pedro, “luego a los Doce, después a más de quinientos hermanos a la vez… luego a Santiago; más tarde a todos los Apóstoles” y, finalmente, a Pablo en el camino de Damasco (I Corintios 15, 3-8)[2]

 

      Tampoco sorprende que otro estudioso judío, Pinchas Lapide, haya sostenido el mismo punto de vista subrayando además su carácter judío:

 

      Yo acepto la resurrección del Domingo de Pascua no como una invención de la comunidad de discípulos sino como un acontecimiento histórico… [3]

 

      Lapide añadiría después en una monografía dedicada al tema:

 

      Sin la experiencia del Sinaí no hay judaísmo; sin la experiencia de Pascua, no hay cristianismo.  Ambas fueron experiencias judías de fe cuyo poder irradiador, de manera diferente, tenía como objetivo el mundo de naciones.  Por razones inescrutables la fe en la resurrección del Gólgota fue necesaria para llevar el mensaje del Sinaí al mundo[4]

       Se mire como se mire, la prueba más obvia de que se había producido un antes y un después se halla en la transformación radical experimentada por los hasta entonces aterrados seguidores del Crucificado.  Aquellos acontecimientos cambiaron totalmente el rumbo del pequeño y atemorizado grupo.  No sólo – como ya hemos indicado en otro lugar[5] - permitió que sobreviviera, a diferencia de lo sucedido con otros colectivos surgidos en el seno del judaísmo y eliminados durante la gran guerra contra Roma (66-73 d. de C.).  Además le proporcionó una extraordinaria vitalidad que, en apenas unos años, se desbordaría sobre las dos riberas del Mediterráneo cubriendo todo el orbe romano y traspasando incluso sus fronteras.  

       Sin ningún género de dudas, los discípulos estaban convencidos sustancialmente de tres cuestiones fundamentales.  La primera era que las Escrituras se habían cumplido de manera meticulosamente exacta.  Efectivamente, Jesús era el mesías-siervo de Isaías (52, 13 - 53, 12).  Como él, no había resultado atractivo para Israel y había sufrido el desprecio (Isaías 53, 2-3).  Como él, había sido considerado como golpeado por Dios, aunque, en realidad, llevaba sobre si las aflicciones de Israel (Isaías 53, 4).  Como él, había sido traspasado y herido llevando los pecados de Israel (Isaías 53, 5).  Como él, había sido abandonado (Isaías 53, 6).  Como él, se había mantenido en silencio semejante a una oveja llevada al matadero (Isaías 53, 7).  Como él, había sido arrestado y sentenciado a muerte por la transgresión del pueblo (Isaías 53, 8).  Como él, había sido destinado a morir con los delincuentes aunque, al final, su cuerpo reposara en la tumba de un rico (Isaías 53, 9).  Como él, después de haber puesto su vida como sacrificio expiatorio, había “visto la luz” regresando de entre los muertos (Isaías 53, 10-11).  Como él... porque Jesús era él.  Y, por añadidura, no eran aquellas las únicas profecías mesiánicas que habían encontrado cumplimiento en su existencia.   ¿Acaso no había entrado como el mesías de paz descrito por Zacarías montado en un asno (Zacarías 9, 9)?  ¿Acaso no había sido vendido por treinta monedas de plata (Zacarías 11, 12-13)?  ¿Acaso no lo habían contemplado mientras lo traspasaban (Zacarías 12, 10)?  La respuesta no podía ser sino afirmativa.  

       La segunda cuestión no era menos importante que la anterior.  No se trataba sólo de que Jesús fuera el mesías-siervo y el Hijo de Dios como había quedado de manifiesto mediante el cumplimiento de las Escrituras.  Es que además, su predicación era cierta.  El Reino se había acercado como una extraordinaria oportunidad tan maravillosa como descubrir un tesoro enterrado o una perla de valor incomparable (Mateo 13).  Se manifestaba tan gozoso como una boda maravillosa o un banquete lleno de alegría (Lucas 14, 15-24).  Quedaba abierto a todos los pecadores que reconocieran que lo eran y que acudieran humildemente a Dios para recibir su perdón  (Lucas 18, 10-14).  Sobre Pedro el que había negado al Maestro, sobre los discípulos que lo habían abandonado, sobre los que no lo habían comprendido no tenía por qué pesar eternamente el estigma de la culpa.  Jesús había derramado su sangre por todos ellos para dar lugar a un Nuevo pacto ya anunciado por los profetas (Mateo 26, 28 con Jeremías 31, 31-32).  Sólo tenían que aceptar mediante la fe aquel incomparable ofrecimiento de Dios. 

      Las fuentes históricas nos permiten ver hasta qué punto los discípulos vivieron de manera inefable aquella experiencia de perdón y restauración.  En el caso de Pedro resultó además especialmente conmovedor dada su conducta durante la detención de Jesús (Juan 21, 9-25).  Pero además nos dice mucho sobre la veracidad de los primeros escritos cristianos.  En ellos no se pretendió – a diferencia de lo sucedido en otras épocas o grupos – idealizar a personajes como Pedro, Santiago o Juan.  Por el contrario, se narró sin ambages lo bajo, cobarde y miserable de su conducta.  Precisamente al comportarse de esa manera quedaba también expuesto el amor de Dios que se había manifestado en Su Hijo Jesús, ese amor que Judas no había querido recibir.

      Pero, en tercer lugar, los discípulos captaron que Jesús el mesías volvería para consumar su Reino.  Con esa fe no intentaban autoengañarse para reparar el trauma de la crucifixión.  En realidad, tan sólo seguían una línea de interpretación presente en el judaísmo – la referida al mesías que se manifestaría para ocultarse y regresar al final de los tiempos – y puesta de manifiesto en las enseñanzas de Jesús.   Igual que lo que encontramos en otras fuentes judías como el Midrash Rabbah sobre Rut 5, 6 creían que el mesías se había revelado, luego se había ocultado de Israel y, al final, volvería a manifestarse.  Como en el Midrash Rabbah sobre Lamentaciones comentando Oseas 5, 15 estaban convencidos de que el mesías había regresado a su lugar de habitación previo a venir a este mundo y que después regresaría.  ¿Acaso no era eso lo que Jesús les había enseñado al hablarles de una limpieza de la cizaña al final de los tiempos? (Mateo 13, 36-43) ¿Acaso no era eso lo que Jesús les había enseñado al comparar el Reino con una red barredera?  (Mateo 13, 47-50) ¿Acaso no era eso lo que Jesús les quería decir al referirse a su triunfo tras morir y regresar de los muertos?  (Mateo 16, 27; Marcos 8, 38; Lucas 9, 26).   No podía caberles la menor duda.

     Para ellos, la Historia de Israel adquiría ahora un nuevo significado.  Dios había cumplido ciertamente Sus promesas, las recogidas en la Torah y en los neviim, y lo había hecho de manera claramente identificable, siguiendo la revelación entregada a Su pueblo.  De esa manera, no sólo quedaba anunciada la redención largamente esperada por los hijos de Abraham, sino también la destinada a las naciones, a los goyim que podrían tener parte en el mundo por venir, el inaugurado por Jesús el judío, hijo de Abraham, hijo de David e Hijo de Dios. 

CONTINUARÁ


[1]  Acerca de este pasaje, véase C. Vidal, Pablo, el judío de Tarso, Madrid, pp. 246-7.

[2]  D. Flusser, Jesús, Madrid, 1975, p. 138.

[3]  P. Lapide y J. Moltmann, Jewish Monotheism and Christian Trinitarian Doctrine: A Dialogue, Filadelfia, pp. 59.

[4]  P. Lapide, The Resurrection of Jesus: A Jewish Perspective, Minneapolis, 1983, p. 92.

[5]  C. Vidal, Jesús y los documentos del mar Muerto, Barcelona, 2006, pp. 205 ss.

 

Swing Low Sweet Chariot

Sábado, 20 de Julio de 2019

La enseñanza bíblica sobre la Segunda Venida de Cristo apenas tiene lugar en el seno de ciertas confesiones.  Por un lado, están tan ocupadas en construirse un reino terrenal lo más rico y poderoso posible que la simple idea de que Jesús pueda regresar y acabar con semejante tinglado tiene que resultar escalofriante para sus dirigentes; por otro, implicaría ya ahora un cambio drástico de sus prioridades y actuaciones.  Es lógico que así sea.  No en vano la Biblia enseña que el Hombre de pecado se coloca en lugar de Dios y que será la Palabra de Dios la que irá recortando su reino hasta que tenga lugar la segunda venida de Cristo. 

Sin embargo, para los cristianos verdaderos la Segunda Venida es una espera gozosa y alegre.  Ya entre los primeros era común saludarse con la expresión Maranatha que lo mismo podía significar el Señor viene que Ven, Señor.  Sabían que los grandes problemas de la Humanidad sólo serán reparados de manera total y definitiva cuando Jesús regrese.

Esa expectativa se ha repetido a lo largo de los siglos dando lugar a hermosas canciones. La que incluyo hoy nació entre los esclavos como un negro spiritual.  Su anhelo era que Jesús regresara ya y se los llevará con él tal y como había anunciado, por ejemplo, él mismo y los apóstoles.  Quizá por eso el himno es, a la vez, tan sencillo y tan conmovedor señalando ese deseo de que el carro del Señor se deslice volando bajo y recoja a Sus hijos para llevarlos al verdadero hogar.  

Esta canción siempre me ha gustado mucho y ésa es la razón para que hace décadas escribiera una versión en español que, por cierto, llegó a ser cantada en alguna iglesia.  Pero eso es muy secundario y anecdótico.  Lo importante realmente es que recuerden ustedes que la única esperanza definitiva del género humano está en Jesús el mesías y que él regresará.  Si aún vivimos, algunos sabemos que no faltará a su promesa de llevarnos con él.  Si hemos muerto antes, ya estaremos a su lado.

He escogido dos versiones de la canción.  La primera – totalmente a capella - es de The Plantation Singers y creo que reproduce magníficamente la manera en que esta pieza musical debió ser cantada en sus primeros tiempos.  La segunda es del grande, grandísimo Johnny Cash.  Disfrútenlas. God bless ya!!!  ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

 

Aquí están The Plantation Singers

Y aquí viene Johnny Cash

La enseñanza de Jesús – mucho más que un maestro de moral – sobre el matrimonio y el divorcio va a seguida en Marcos por un conjunto de episodios que muestran lo que significa seguir a Jesús.  Marcos inicia esa parte refiriéndose al episodio de Jesús instando a sus discípulos no sólo a dejar que los niños se acerquen a él sino también a aprender de su sencillez.  He sostenido muchas veces que sin inocencia es imposible ser feliz y, precisamente por ello, enseñanzas como la ideología de género sólo pueden crear generaciones de gente desdichada ya que mata la inocencia desde los primeros años de la vida.  Jesús sostenía lo mismo.  No hay que matar esa inocencia, ese candor, ese impulso propio de la infancia sino aprender de él porque se necesita un corazón así para recibir el reino de los cielos (10, 15). 

Un inmenso fracaso colectivo

Jueves, 18 de Julio de 2019

El 17 de julio de 1936 estalló un golpe de estado en España que, al día siguiente, se había extendido al conjunto del territorio nacional y, al fracasar, degeneró en una guerra civil con intervención internacional.  La tragedia me interesó desde niño siquiera porque algún familiar había sido piloto y, en la posguerra, acabó en prisión.  Del tema no se hablaba, no obstante, y las peripecias de otros parientes como mi abuelo paterno las tuve que ir hilando años después cosiendo retazos. 

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