La Torah o Pentateuco es seguida en la Biblia hebrea o Antiguo Testamento por un conjunto de libros que los judíos denominan primeros profetas y los cristianos, históricos. Ambos nombres son correctos ya que si bien los textos pretenden contar la Historia de Israel tras la muerte de Moisés, no lo es menos que no pocos de sus protagonistas realizaron un ministerio profético en el seno del pueblo de Dios.
La Historia de los libros es, en ocasiones, tan interesante como lo que los mismos libros relatan.
A este lado del Atlántico me llegan las terribles noticias de Francia. Para entender, hay que saber. Me permito colocar la presentación de mi libro "Mahoma, el guía" con diálogo incluido. Espero que sirva para aclarar las ideas a algunos.
La semana pasada, hubo no poca gente que se quedó sorprendida de la historia de Juan de Valdés. No llama la atención que así sea porque se trata de un personaje que se vio obligado a exiliarse de España, pero resulta triste porque en el extranjero ha sido objeto de no pocos estudios de notable relevancia. Permítaseme que hoy cuente algo más sobre uno de los españoles más excepcionales – hay quien afirma que el de mejor español hasta Cervantes – del Siglo de Oro.
Llegó la Navidad y Jeb Bush, el hijo que George Bush padre consideró siempre como su heredero político, dio el paso que esperaban millones de norteamericanos anunciando que presentaría su candidatura a las primarias del partido republicano para llegar a la Casa Blanca.
Hace más de dos años, en previsión de que, salvo que mediara un imprevisible milagro, me vería obligado a exiliarme, intenté donar una parte sustancial de mi biblioteca a una instancia oficial a fin de que pudiera servir de beneficio público para mis conciudadanos. No venderla. Donarla.
Se suele afirmar que la Reforma comenzó en Alemania y que en España no tuvo eco. Ambas afirmaciones son gravemente erróneas. Los vientos de Reforma soplaban por Europa antes de la controversia con Lutero y España no fue una excepción.
Desde hace tiempo Benjamin Netanyahu ha jugado la baza electoral del mensaje alarmista. Ciertamente, el voto del miedo puede resultar rentable en las urnas, pero tiene algunas contraindicaciones y entre los mayores destaca la realidad económica que sobrepasa no sólo el temor sino también la propaganda.