En ocasiones, en España suceden episodios que obligan a llorar por la ausencia de un Valle Inclán que retrate adecuadamente su carácter innegablemente esperpéntico. Uno de esos casos se dio el pasado fin de semana cuando algunos de los manifestantes que destruían mobiliario urbano y atacaban a las fuerzas del orden con innegable ensañamiento se pusieron a enarbolar la bandera de Cuba.
Hace unos años, había ido a pasar unos días de asueto a una población situada en la raya de dos comunidades autónomas. Se trataba de un lugar de retiros que conozco hace décadas y que ha ido a mejor con el paso del tiempo gracias a su director, un amigo que se llama Juan. Me encontraba descansando cuando mi hija irrumpió en la habitación para decirme que, a lo lejos, se divisaba un incendio.
1. 11 de junio de 1968. Suárez es designado gobernador de Segovia. Este cargo – el primero de importancia en el seno del franquismo – inaugurará su camino hacia el poder futuro y le permitirá conocer personalmente a Franco al que rogará que los segovianos no sean ciudadanos de segunda clase. Con todo, durante su ejercicio, pudo verse trucado el futuro de Suárez al tener lugar el desastre del Conjunto residencial Los Ángeles de San Rafael en el curso del cual murieron cincuenta y dos personas. El responsable fue Jesús Gil, pero Suárez se precipitó al lugar del desastre y se puso a echar mano de la pala. No se hundió políticamente por un pelo.
Hoy, domingo, debería subir a este muro el capítulo correspondiente a la serie que va desgranando Por qué somos diferentes. La serie tiene un éxito extraordinario no sólo entre lectores españoles sino también – y de manera muy especial – entre gente situada a este lado del Atlántico, pero, por esta vez y dada la trascendencia del acontecimiento, creo que me disculparán si retraso su próximo capítulo hasta la semana que viene. Hoy - ¿quién puede dudarlo? – toca hablar de Suárez y toca hacerlo diciendo la verdad que en España todos parecen empeñados en ocultar.
Will Lamartine Thompson nació en 1847 en Pennsylvania, pero cuando aún era casi un niño su familia se trasladó a Ohio. El padre de Will era un comerciante de éxito e incluso fue elegido al congreso estatal de Ohio, pero Will se sentía atraído por otras cuestiones. De hecho, antes de acabar sus estudios de bachillerato, ya había compuesto varias canciones. Quizá un intento de conjugar su vocación con los deseos paternos fue lo que lo impulsó a graduarse en empresariales en una de las universidades de Ohio, pero también a graduarse en el conservatorio de Nueva Inglaterra y a estudiar música en Leipzig, Alemania.
Leyendo a veces ciertas columnas de opinión o escuchando ciertas tertulias se podría creer que determinados acontecimientos surgen de la nada igual que los niños – antes – venían de París o aparecían debajo de una col. El escándalo por el referéndum que independiza a Crimea de una Ucrania a la que, históricamente, nunca perteneció y abre el camino para su reintegración en Rusia es un ejemplo más que obvio de lo que señalo.
Hace unas semanas, pronuncié esta ponencia en el curso de un evento relacionado con la libertad en Hispanoamérica. Tuvo una muy buena acogida hasta el punto de que alguno de los organizadores del evento me dijo que había servido como impulso general.
Me parece que fue ayer porque la ubicación se encuentra en esa tierra de nadie que es la infancia. El 17 de marzo de 1969, cuando yo todavía me levantaba a las seis de la mañana para ir al colegio a pasar un frío sobrecogedor bajo una disciplina que convierte, en comparación, a la del cuerpo de marines en un verdadero pitorreo, Golda Meir se convertía en la primera mujer de la Historia que alcanzaba la inmensa responsabilidad de presidir un gobierno.
Este lunes, se publica la edición actualizada de mi libro Pontífices: de la Era de las persecuciones al papa Francisco. Incluyo la introducción del volumen – que ya puede adquirirse en las librerías - especialmente destinado a los amantes de la Historia sin prejuicios y deseosos de conocer la verdad.