El apellido Hitler ha sufrido históricamente de una especie de maldición. De entrada, no siempre se escribió así. En los diferentes documentos que han llegado hasta nosotros, aparece como Hitler, Hiedler, Hüttler, Hytler e Hittler. El padre de Adolf Hitler, Alois Schicklgruber, lo cambió el 7 de enero de 1877 a Hitler que sería la forma utilizada por el futuro dictador. Las razones para ese cambio nunca han quedado suficientemente establecidas aunque se ha especulado con la posibilidad de que quisiera marcar distancias con su padre. De hecho, el abuelo putativo de Hitler, Johann Georg Heidler se casó con su abuela Maria Ann Shickelgruber en 1842 y se convirtió en el padre legal de Alois, el hijo de cinco años de Maria Ann y padre de Hitler.
En cierta ocasión, un amigo cubano me comentó que la gran diferencia entre los españoles y los estadounidenses que habían abierto negocios en Cuba era que los primeros, tras veinte años y trabajando muchísimo, no conseguían pasar de tener un colmado mientras que los norteamericanos acababan creando una cadena. La Historia del Corte inglés es la excepción.
Texto de la ponencia con la que César Vidal participó en el foro “Corruption and Democracy in Latin America” organizado por el Inter-American Institute for Democracy en el Congreso de los Estados Unidos de América.
La aniquilación del imperio romano vino precedida y unida a las invasiones bárbaras. No es que los bárbaros desearan destruir un imperio que les daba cabida en su interior; es simplemente que el imperio no pudo digerirlos y acabó descuartizado por ellos.
La vida es como es y yo que no tenía pensado ir a Washington mientras viviera aquí llevo una temporada que visito la capital de Estados Unidos más de lo que hubiera podido imaginar. Ayer, sin ir más lejos, estuve en el congreso – o, si lo prefieren, cámara de representantes - presentando una breve ponencia sobre el concepto de corrupción como apertura de un foro titulado “Corruption and Democracy in Latin America” organizado por el Inter-American Institute for Democracy.
Contemplar España desde el exterior constituye un ejercicio provechoso porque los árboles no dejan ver el bosque y además porque, alejados del fragor cotidiano, se adquiere una mirada más equilibrada y también más amable. En cierta ocasión, Arturo Pérez Reverte me dijo que para seguir queriendo a España hay que pasar temporadas fuera de ella. Quizá, pero, con todo, a veces no lo ponen fácil. Me entero con profundo pesar de que la UGT ha decidido impedir a toda costa que el economista Juan Ramón Rallo aparezca en TVE.
El cine y la televisión de Israel producen con relativa frecuencia películas y series que merece la pena ver. Rara vez llegan a Occidente por eso de que el hebreo no es una lengua especialmente extendida y porque no poca gente del cine no debe sentirse tampoco muy identificada con lo que aparece en esas obras. Con todo, ocasionalmente en Estados Unidos compran los derechos y las adaptan.
Cuando era niño, las noticias relacionadas con la muerte llegaban, por regla general, vinculadas a un familiar. Tan repetido fue el fenómeno que alguien en casa acabó por denominarla “la emisaria de la muerte”. El impacto de aquellas nuevas parecía amortiguado aunque también puede ser que yo simplemente tuviera unas décadas menos. No es así ya. Amanece al otro lado del Atlántico y me entero de que ha fallecido el profesor José Barea.