“¿QUIÉN DICEN LOS HOMBRES QUE SOY?” (III): El Siervo de YHVH [1]
Hay canciones que aparecen en nuestra vida debidas a autores que, en un momento determinado, era conocidos y que luego, por razones extraordinarias, han caído en el olvido.
(23-25): El último discurso de Jesús (II): capítulo 24: 1-28 (I): el final de Jerusalén (I)
Señalé en la última entrega que, en contra de lo que suele afirmarse habitualmente, el último discurso de Jesús no es el bloque formado por los capítulos 24 y 25 sino relacionado con los capítulos 23, 24 y 25. Este aspecto es muy importante porque permite ver que el discurso se está refiriendo a todo un sistema y una generación que no recibirían la salvación esperada y que serían sustituidos por una entidad espiritual totalmente distinta. Al igual que la generación perdida en el desierto tras el Éxodo, ellos mismos se habían excluido con su comportamiento de la bendición y sería otro pueblo el que entraría en el cumplimiento de las promesas. Los maestros de la Torah podrían haber ayudado a otros a llegar al mesías, pero la triste realidad es que ni habían entrado en el Reino de los cielos ni habían permitido que otros entraran (Mateo 23: 13). Al fin y a la postre, habían construido un sistema basado en la soberbia y la codicia, soberbia y codicia desprovistas de toda compasión y que quedaban cubiertas con religiosidad (Mateo 23: 14), sistema que creaba discípulos que - ¿podía ser de otra manera? – eran aún peores que los maestros, sistema que, al fin y a la postre, se prefería a si mismo a aceptar al mesías. Como era de esperar, un sistema espiritual de esas características se había convertido en objeto del futuro juicio de Dios. La confirmación de ese juicio la pronunció Jesús cuando salía del Templo y así aparece recogido en el capítulo 24 de Mateo.
A quien escribe estas líneas no se le pasa por alto la manera penosa y deplorable con que se producen las aproximaciones a este capítulo. Debo decir que la ignorancia que denotan esas interpretaciones me resulta deprimente. Suelen surgir del sistema dispensacionalista – un sistema creado por los jesuitas Lacunza y Rivera en la época de la Contrarreforma precisamente para socavar la Reforma – y a tan discutible método de interpretación se le han ido sumando muestras penosas de calenturienta imaginación como las que aparecen en la serie de novelas de Lef Behind (Dejados atrás). Nada de ese sistema – o esas novelas – tiene que ver con la Biblia y, de hecho, choca con cuestiones esenciales como la enseñanza bíblica acerca del Nuevo pacto y del pueblo de Dios. Que esté muy extendido sólo indica una inmensa desgracia. Entre los dislates propugnados por el sistema dispensacionalista está la creencia en que habrá un arrebatamiento o rapto de la iglesia antes de la gran tribulación. Basta leer 1 Tesalonicenses 4: 13-17 – el único texto donde se habla del arrebatamiento – para darse cuenta de que no puede tener lugar ANTES DE la tribulación ya que tiene lugar después de la resurrección. De hecho, antes de los jesuitas Lacunza y Rivera a nadie se le ocurrió enseñar tan atrabiliaria doctrina. Pero es que Mateo 24 es enormemente claro sobre los hechos.
Jesús señaló claramente que TODO lo señalado por él en este capítulo tendría lugar en la la generación en la que vivía (Mateo 24: 34). Algunos intérpretes se han empeñado en interpretar generación como raza – la raza judía – pero semejante posibilidad es disparatada. De hecho, en la enseñanza de Jesús, la generación siempre es la gente que vive en una época concreta, los contemporáneos (Mateo 1: 17, 11: 16, 12: 39, 41, 42, 45; 16: 4; 17: 17; 23: 36; 24: 34; Marcos 8: 12, 38; 9: 19; 13: 30; Lucas 1: 48, 50; 7: 3; 9: 41; 11: 29, 30, 31, 32, 50, 51; 16: 8; 17: 25; 21: 32). En otras palabras, Jesús va a enseñar algo que tendría su cumplimiento TOTAL en el espacio de unos cuarenta años. Era la generación perversa cuyo juicio había anunciado (Mateo 12: 39, 45; 16: 4; 17: 17) y sobre la que recaería la sangre derramada de los santos (Mateo 23: 35-38).
Tal y como vimos en el capítulo 23, las palabras de Jesús habían sido claras, pero el templo seguía siendo impresionante. A decir verdad, era tan impresionante que los mismos discípulos se quedaron pasmados ante sus construcciones y, por lo que parece, se les olvidó todo lo que habían escuchado sobre la casta religiosa judía y Jerusalén. Da la sensación de que nada había quedado en su mente y corazón ante la contemplación del templo. No se puede dejar de pensar en paralelos del día de hoy. La gente escucha con alivio nada oculto la enseñanza en contra de los personajes semejantes a los dirigentes espirituales del capítulo 23, pero luego no duda en quedarse otra vez pasmada ante el despliegue de poder de ese mismo sistema que han oído criticar tan a gusto (24: 1).
La respuesta de Jesús no pudo ser más contundente: no quedaría nada de aquello que tanto les llamaba la atención (24: 2). Afirmación tan tajante provocó una comprensible reacción de los discípulos que, una vez en el monte de los olivos, se le acercaron cuándo sucederían esas cosas y, de paso, cuál sería la señal de su presencia – el significado literal – y del final de la era. Al respecto, el término griego – aion – indica una época, una era, un período y no, como pretenden algunos, el mundo.
La respuesta de Jesús fue clara y respondió a todo lo preguntado por los discípulos. Les describió el final del templo y con él, el final de la era, una era que concluía con el hecho de que el reino era quitado de Israel y entregado a otro pueblo (Mateo 21: 43). En esa época, el templo de Jerusalén – centro de la vida espiritual de Israel – dejaría de existir y los verdaderos adoradores adorarían a Dios en espíritu y verdad y no en un templo (Juan 4: 21-23).
Las señales del fin de la era no sería una como pensaban los discípulos sino siete.
Debo añadir dos aspectos más que muestran hasta qué punto las palabras de Jesús se cumplieron con exactitud. La primera es que basta leer – y es lectura obligatoria – La guerra de los judíos del historiador judío Flavio Josefo para darse cuenta de que Jesús estaba prediciendo de manera extraordinariamente exacta el proceso de aniquilación del sistema religioso judío, sistema, dicho sea de paso, que no ha vuelto a ser reconstruido como entonces hasta el día de hoy. Gracias a la lectura de Josefo, el lector no sólo comprenderá Mateo 24 sino que además entenderá capítulos enteros de Apocalipsis, precisamente esos capítulos utilizados por los ignorantes y los aprovechados para lanzar teorías disparatas e incluso ridículas sobre el futuro.
En segundo lugar, comprenderá que los juicios de Jesús sobre esa generación no fueron ni mucho menos exagerados. Josefo – que no creía que se había producido un castigo por rechazar al mesías – escribió, sin embargo, de aquella generación lo siguiente: “Aunque resulta imposible relatar todos sus crímenes de manera detallada, si se puede decir, en resumen, que ninguna otra ciudad ha sufrido atrocidades de este carácter y jamás ha existido en la Historia una generación que haya producido tantas iniquidades” (Guerra de los judíos V, 442). No deja de ser significativo que Josefo añadiera a continuación: “Estos individuos acabaron por atraer el desprecio sobre la raza de los hebreos… han llevado a la ciudad a la ruina” (Idem, V, 443-4). El juicio no era de un fanático antisemita. Era de un judío, fariseo y patriota, que, al igual que Jesús, no se engañaba sobra aquella generación (obsérvese el significado de la palabra “generación” semejante al que vemos en Jesús) y sabía donde residía la responsabilidad de lo acontecido.
Llegados aquí, seguramente los lectores estarán preguntándose por la señal del Hijo del hombre (24: 30) y su interpretación si es que todo sucedió en la generación que concluyó en el 70 d. de C. De ello hablaremos cumplidamente, pero será en la próxima entrega.
CONTINUARÁ
No tuve ocasión de relatarlo el pasado año, pero mi último gran viaje de 2018 fue a la ciudad de Xi´an en China durante el mes de noviembre.
Estas pasadas Navidades me han permitido volver a lecturas y películas antiguas. En algún caso, no he llegado a regresar a lo que deseaba y, sin embargo, se han cruzado otras oldies en las que me he detenido. Ha sido el caso de El prisionero de Zenda.
Me llamó ya en este año Colin Rivas para someterme a una entrevista en toda regla hablando de casi todo lo divino y lo humano. Aquí se la dejo con el deseo de que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está la entrevista
Se acerca la victoria ... con Don Cesar Vidal
Me escribe mi amigo Miguelañez para decirme que José Heras, compañero de colegio en San Antón, falleció en Nochebuena tras una larga y dolorosa enfermedad.
Ando ya en una edad en la que, sin la agenda, me consideró incapaz de recordar los compromisos cotidianos. Sin embargo, la rememoración del pasado lejano se me presenta con colores de una viveza hasta sobrecogedora.
Hace unos días, American Airlines me envió un informe sobre los vuelos que había realizado en esta compañía aérea en este año de 2018 que acaba hoy. Como quien no quiere la cosa, la AA me señalaba que en 2018 había dado dos veces y media la vuelta al mundo. Los días que he pasado en los aires ni los recuerdo ni estoy por mirarlos, pero pueden imaginarlos ustedes. Con esos datos, me doy cuenta de que este año – otro más – se me puede llamar de todo menos holgazán.
Ha terminado el año 2018 que ha sido verdaderamente de cuidado y me permito compartir algunas sugerencias para 2019.