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Martes, 1 de Octubre de 2024
César Vidal

César Vidal

Conferencia: El Legado de la Reforma

Martes, 6 de Agosto de 2019

No te pierdas la conferencia "El Legado de la Reforma" con el doctor César Vidal.

Hasta la próxima temporada

Martes, 30 de Julio de 2019

Termina el mes de julio y quien esto escribe se toma unos días de descanso también en su blog.  El año que viene llegará con novedades.  Tras prácticamente un año, ha acabado la serie sobre Jesús, el judío.  Van a comenzar, Dios mediante, otras dos nuevas.  Los miércoles, seguiremos recomendando libros y películas y los lunes y martes, centrándonos en temas de actualidad y entrevistas en medios.  Los cambios vendrán en jueves y viernes.  El estudio bíblico pasará al domingo. 

La prostitución siempre me ha provocado una compasión inmensa.  En parte, creo que hay que atribuirlo a la lectura de los evangelios donde Jesús frecuentemente come con publicanos y meretrices.  En no menor medida, se debe a que estoy convencido de que, salvo excepciones, nadie se prostituye por gusto.

Jesús, el judío (LI)

Domingo, 28 de Julio de 2019

CONCLUSIÓN:  “JESÚS, HIJO DE ABRAHAM, HIJO DE DAVID, HIJO DE DIOS…”

 

       Cualquiera que tenga la curiosidad de dar inicio a la lectura del Nuevo Testamento encontrará desde el principio que está abriendo un libro profundamente judío.  Las primeras líneas hacen referencia a Jesús “hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1, 1) para, acto seguido, introducir una genealogía que está referida al pueblo de Israel y que incluso se agrupa midráshicamente en un número de generaciones que coincide con el valor numérico del nombre David.  Semejante circunstancia puede sorprender al judío que desconoce a Jesús y, por supuesto, a aquellos que creen seguir a Jesús y que nunca lo relacionarían con Israel.  Sin embargo, los hechos objetivos son innegables.  Al término de nuestro estudio, también podemos señalar que nuestras conclusiones son obvias.

        Jesús, hijo de Abraham

         Descendiente del patriarca al que Dios formuló las promesas dirigidas al pueblo de Israel, miembro del pueblo judío, Jesús fue circuncidado al octavo día.

       Su familia fue piadosamente judía.  También fueron judíos con fuertes inquietudes espirituales sus discípulos.  La misma vida de Jesús fue la de un judío piadoso que guardaba el shabbat, celebraba las festividades de Israel y amaba y respetaba profundamente la Torah que había “venido a cumplir y no a anular” (Mateo 5, 17).

 

       Jesús, hijo de David. 

       Perteneciente a la estirpe del rey David a través de una rama seguramente secundaria, se presentó además como el mesías.  Sin embargo, su visión de la mesianidad estaba enraizada con los Cantos sobre el Siervo de YHVH de Isaías.  Ese Siervo-mesías-Hijo del Hombre era mayor que Jonás y Salomón (Mateo 12, 41-42; Lucas 11, 31-32).

      Como tal mesías, anunciaba que el Reino había dado alcance a sus contemporáneos (Mateo 12, 28) y convocaba a todos a la teshuvah, al arrepentimiento.

      Como tal mesías, moriría expiatoriamente por los pecados de Israel, aunque buena parte de su pueblo no lo entendiera y lo considerara castigado por Dios (Isaías 53) y aunque desde el s.I no hayan sido pocos los judíos que han quedado persuadidos de que era el mesías y que por creerlo no han pensado perder su condición de parte de Israel.

      Como tal mesías, sería luz para los gentiles (Isaías 42, 1 ss)

 

     Jesús, Hijo de Dios

     Jesús además fue consciente de vivir en una relación especial con Dios que no tenía paralelos en ningún otro ser.  A él podía llamarlo abbá, papá, no en un sentido buenista de Dios, sino como el Ser con el que tenía una intimidad incomparable (Mateo 11, 25-27).

     Esa intimidad iba a provocar un giro radical en la Historia de las religiones porque acercó extraordinariamente al Creador hasta sus criaturas, tanto como no lo había estado antes.  A la pregunta – sobrecogedora, terrible, escalofriante – de dónde se hallaba Dios en Auchswitz, el judaísmo no ha podido responder cabalmente tanto es el horror que su simple formulación provoca.  Sin embargo, para los que creen que Jesús es hijo de Abraham, hijo de David e Hijo de Dios, el Siervo de YHVH ofrecido en expiación por los pecados de la Humanidad, la respuesta es que Dios estaba en la persona de Su Hijo, enviado al mundo por amor, colgando de una cruz y que lo reivindicó resucitándolo de entre los muertos. 

     Sin embargo, estos últimos aspectos sobrepasan el terreno por el que puede caminar con razonable certeza el historiador y penetran en el campo de la fe.  Por ello, nosotros debemos regresar a un terreno más prosaico que resulta esencial para comprender a Jesús y sus enseñanzas, para lograr que los judíos capten quién fue realmente Jesús y para que aquellos que dicen seguirlo y se denominan cristianos puedan limpiar su cristianismo de las excrecencias e impurezas acumuladas durante siglos tapando al verdadero Jesús y a su auténtico mensaje.  Y es que, sin ningún género de dudas, Jesús el judío no podría entender ni respaldar: 

 

  1. Jesús el judío no hubiera entendido el antisemitismo de siglos tanto en su vertiente supuestamente cristiana ni tampoco en la islámica o en la científica.  Al igual que los profetas, Jesús distó mucho de idealizar a Israel y no escatimó las críticas a sus autoridades y a sus correligionarios, pero no hubiera podido contemplar sino con horror la satanización de su pueblo, pueblo al que él fue enviado de manera primordial.
  2. Jesús el judío no hubiera entendido que en su nombre se creara un poder político-religioso semejante al del Sanhedrín o incluso mayor y que los Doce no sólo se vieran desprovistos de la misión de juzgar a las Doce tribus de Israel sino que además se hubieran transformado en una casta que, supuestamente, se perpetuaba a lo largo de los siglos.
  3. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder religioso pretendiera tener un monopolio de la Verdad cuando él mismo había enseñado que “el que no está contra vosotros está con vosotros” y que sólo él – y no una instancia humana - era el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14, 6).
  4. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder religioso pretendiera garantizar una salvación mediante obras y ritos como los dirigentes religiosos de su tiempo a los que él había criticado sin contemplaciones y cuando la salvación es un regalo gratuito de Dios para los que se confiesan humildemente pecadores ante Dios y deciden seguir a Jesús (Lucas 18, 9-14)
  5. Jesús el judío que millares de veces en su vida oró la Shemá que señala que hay un solo Dios y que reprendió al Diablo diciéndole que a nadie se puede dar culto religioso salvo al Señor (Lucas 4, 8) no hubiera entendido que ese poder religioso traicionara la Torah e introdujera mediadores entre Dios y los hombres, o consintiera el culto religioso a otro ser que el único Dios.
  6. Jesús el judío que jamás se inclinó ante una imagen siguiendo el mandato de la Torah jamás hubiera entendido que ninguno de sus seguidores quebrantara los Diez mandamientos rindiendo culto a imágenes (Exodo 20, 4-5) cuando su Padre estableció claramente que no toleraría que se dispensara culto a imágenes (Isaías 42, 8) y señaló el absurdo ridículo de semejante práctica (Isaías 44, 9-20).
  7. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder religioso hubiera convertido la casa de su Padre en cueva de ladrones traficando con lo sagrado cuando él mismo había purificado el Templo del único Dios verdadero y además no tenía donde recostar la cabeza (Mateo 8, 20-21).
  8. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder “colara el mosquito y se tragara el camello” (Mateo 23, 24) y echara pesadas cargas sobre los hombros de los demás a la vez que olvidaba la compasión, la misericordia y los elementos esenciales de la Torah (Mateo 23, 23)
  9. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder religioso, como las autoridades del Templo que lo condenaron, antepusiera la Realpolitik a la cruz olvidando el carácter diabólico de los reinos de este mundo (Lucas 4, 5-8) y
  10. Jesús el judío no hubiera entendido que ese poder matara, volviera la mirada hacia otro lado ante el sufrimiento de Israel, creara ghettos, estableciera normas que obligaran a los judíos a llevar una señal, privara de derechos elementales a los judíos e incluso llegara a firmar un pacto con Hitler.

 

            De hecho, seguramente como el mismo Pablo de Tarso,  Jesús el judío en un poder así hubiera visto al Hombre del pecado que se coloca en lugar de Dios intentando sustituirlo (2 Tesalonicenses 2, 3-7), que pretende representar a Dios, pero que, en realidad, como algunos de los religiosos que conoció ni entra en el Reino ni deja que los demás entren (Mateo 23, 13) y que sólo puede ser vencido, como el Diablo que lo inspira, mediante el recurso a la enseñanza de las Escrituras (Lucas 4, 4, 8 y 12).

     Así, hubiera visto las cosas Jesús y, al hacerlo, habría sido, como lo fue durante toda su vida, medularmente judío.  No resulta por ello extraño que el filósofo judio Martin Buber lo considerara su “hermano mayor” [1], que el rabino Leo Baeck lo considerara “una personalidad genuinamente judía” [2] o que el historiador judío Joseph Klausner indicara que “Jesús es el más judío de los judíos… más judío incluso que Hil.lel… desde el punto de vista de la humanidad en general, él es, ciertamente, una “luz para los gentiles”[3]

     Pero además, como supo ver el sabio judío Maimónides y detrás de él personajes como Klausner o Pines, su llamamiento habría sido universal.  Se trató de un llamamiento que, siguiendo la estela de los profetas, ha desbordado a Israel para convocar a todos los pueblos a Jerusalén (Isaías 2, 1 ss).  Porque, a día de hoy, la enseñanza de Jesús el judío sigue viva y convoca a todos los seres humanos a buscar primero el Reino de Dios y su justicia (Lucas 12, 30-31), a no dejarse llevar por el miedo y la ansiedad como los que no creen (Lucas 12, 32) y a creer en el Hijo al que Dios envió por amor envió al mundo para que “todo el que cree en él no se pierda sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16).

(FIN DE LA SERIE)


[1]  M. Buber, Two Types of Faith, Nueva York, 1961, p. 12.

[2] L. Baeck, Harnack Volensugen über das Wesen des Christentums, Breslau, 1902.

[3]  J. Klausner, Jesus of Nazaret, Nueva York, p. 413.

 

Where Could I Go But to the Lord

Sábado, 27 de Julio de 2019

La verdad es que enciende uno la televisión o la radio y es para echarse a temblar.  En España, siguen dándole vueltas a ver si sale Sánchez o no investido y, por lo tanto, si habrá nuevas elecciones antes de fin de año o no.  Tampoco anda la gente muy contenta con lo que están haciendo PP o Ciudadanos – o VOX si tienes que salvar una radio quebrada del cierre – y, por supuesto, no sabemos lo que va a suceder con la sentencia de los golpistas catalanes o con los chiringuitos de ideología de género en Andalucía o con tantas cosas.  De la corrupción relacionada con el PSOE o con el nacionalismo catalán, debe señalarse que, de manera llamativa, las causas parecen estar durmiendo en los tribunales el sueño eterno.   Es más.  Van prescribiendo y los presuntos responsables se libran de cualquier problema.  Por supuesto, la Agencia tributaria no deja de morder el polvo en los tribunales, pero como, de momento, ningún inspector ha ido a la cárcel, sus sicarios siguen pisoteando los derechos de los ciudadanos de manera sistemática.   Que España se acerca a una nueva crisis tiene poca discusión, pero la cuestión importante es si la Unión Europea la aguantará o, por el contrario, la acompañará en el desastre porque, sinceramente, lo del Deutsche Bank no es nada tranquilizador.

Marcos ha dejado de manifiesto en los episodios anteriores cómo hay que seguir a Jesús – mucho más que un maestro – lo que puede implicar seguirlo y cómo ese seguimiento no es, en última instancia, más que el deseo vivo e inocente de tomarlo como ejemplo para todo.  Precisamente porque Jesús ha expresado con enorme claridad algo tan esencial nos llama la atención que Santiago y Juan fueran impermeables a su enseñanza y siguieran empeñados en su propia visión.  Como diría un castizo, Jesús podía decir lo que quisiera, que Santiago y Juan seguían a su bola y su bola era clara, en el gobierno del mesías en Jerusalén querían las carteras principales (10, 35-37).  Resulta difícil evitar la sensación de que Jesús tuvo que hacer un enorme acopio de paciencia para no soltar un improperio al escuchar sus pretensiones.  De hecho (10, 38), la referencia a no sabéis lo que pedís y, por enésima vez, a cuál sería el final del mesías parece un intento de Jesús de colocarlos en el lugar donde puedan reflexionar.  Claro que ni Santiago ni Juan estaban por la reflexión sino por la ambición y respondieron que podían aceptar cualquier cosa que les allanara el camino del poder (10, 39).  La respuesta de Jesús suena, a la vez, cariñosa y triste.  Sí, claro que acabarían pasando por lo mismo que él (10, 39), pero eso no les garantizaría una cartera mejor en el gobierno (10, 40). 

Desastrosa Ucrania

Jueves, 25 de Julio de 2019

Ucrania es una nación totalmente artificial que intentaron crear el kaiser y Hitler y que, finalmente, surgió como consecuencia de uno de los errores geo-estratégicos más graves cometidos por Estados Unidos.  Además constituye un desastre sin paliativos.  Baste decir que, en lo que va de siglo más de la tercera parte de su población – cifras oficiales del parlamento ucraniano o Rada – se ha marchado en busca de horizontes más benévolos.  No pocos huyeron a Rusia porque, siendo ucranianos, regresaban a la patria histórica como hicieron, antes que ellos, los ucranianos y más que rusos, Gógol y Bulgákov.  Otros han decidido buscarse la vida en cualquiera de los cuatro puntos cardinales convencidos de que en Ucrania jamás encontrarán ni libertad ni justicia ni prosperidad.  Ahí se encuentran desde los refugiados políticos – de los que no se habla – hasta los emigrantes económicos que en sólo España son decenas de miles.  Nada de esto puede sorprender teniendo en cuenta la corrupción omnipresente de las instituciones ucranianas donde las acciones de un diputado tienen hasta tarifa de soborno, donde los nacionalistas han reencaminado las derrotas electorales con golpes de estado – el último en el 2014 – y donde incluso se elaboraron listas negras de periodistas – varios de La Razón - como en una república bananera.  Con este trasfondo irrefutable, el nuevo presidente ucraniano – un comediante votado porque sus rivales eran vomitivos – ha decidido aumentar la tensión solicitando a Estados Unidos – una potencia extraeuropea – y a Gran Bretaña – que ha salido de Europa – que entren en el grupo que vela por el cumplimiento de unos acuerdos de Minsk que Ucrania ha violado sistemáticamente.  La jugada es comprensible.  Francia y Alemania desean mantener unas buenas relaciones con Rusia que son lógicas y convenientes y que no se pueden compensar con la colaboración de la patética Ucrania.  Mientras tanto, otras naciones europeas – Italia es un gran ejemplo – decidieron hace años olvidarse de los nacionalistas ucranianos y negociar con Rusia aunque sea a través de terceros.  En otras palabras, Lituania puede pensar lo que quiera, pero, para la mayoría de Europa, Ucrania es un verdadero fardo que desearía sacudirse de encima y que tiene que llevar a cuestas por eso de la NATO.  Verdaderamente estúpidas serán las naciones europeas si permiten que su destino futuro lo vuelvan a marcar los nacionalistas ucranianos – quizá la casta política más corrompida del continente – en lugar de sus intereses. 

Rebelión a bordo

Miércoles, 24 de Julio de 2019

Huele a vacaciones y yo debo dejarles con un libro ideal para esta época.  Al menos, así lo fue para mi hace ya muchos, muchos años.  Debía yo andar por los siete u ocho años – no más - y recuerdo que era un día del Libro.  Paseaba con mi padre por la Plaza Mayor de Madrid cuando mis ojos quedaron atrapados por una llamativa fotografía en la que la blanca silueta de un velero se recortaba contra un cielo hermosamente azul.  El título del libro era Rebelión a bordo.  No es que yo tuviera una idea muy clara de lo que significaba “a bordo”, pero la mera visión del buque me había cautivado.  Mi padre no pudo aclararme de que se trataba aquel volumen aunque luego he pensado que, seguramente, conocía la versión cinematográfica que protagonizaron Clark Gable y Charles Laughton.  Fuera como fuese, la economía doméstica no andaba para muchos dispendios y, desde luego, no me compró el libro.  Pero, a veces, en esta vida es sólo cuestión de esperar porque lo acabó haciendo.  Fue unos cuatro o cinco años después, tras un curso académico razonablemente brillante en lo que a mi se refería.  ¡Qué tiempos aquellos en que podíamos esperar cuatro o cinco años para hacernos con un libro comparados con éstos en que los niños se pueden volver histéricos si de manera inmediata no se les concede un capricho!

Por fin, ha llegado el día por el que regresé a Nanjing, el día de la graduación de mi hija.  Recogemos el traje que el sastre chino ha confeccionado para esta ceremonia y me preparo a pasarla.  Son muchos recuerdos los que se agolpan en mi mente y en mi corazón.  Recuerdo cuando Lara se graduó en el Colegio británico en Aragón y me pidieron que tuviera la lección magistral para su curso y abrí con mi hija el baile de ceremonia.  Recuerdo cuando se graduó en SMU, en Texas, y luego me quedé con ella para ayudarla a realizar una mudanza verdaderamente de impresión.  Recuerdo cuando marchó a China a realizar estudios de posgrado sin saber prácticamente nada de chino, pero rezumante de esa audacia y esa valentía que la han caracterizado desde muy pequeña.  Recuerdo los viajes de estos cuatro años a China para reencontrarme con ella e ir conociendo una nación extraordinaria que se ha convertido en la gran rival de los Estados Unidos por la hegemonía del planeta.  Recuerdo los reencuentros en vacaciones y los viajes juntos y los libros comentados y las películas compartidas.  Sí, no cabe duda de que está a punto de cerrarse un ciclo.  Posiblemente, el broche de oro no será ya esta ceremonia de graduación sino cuando la acompañe en Estados Unidos a su primer trabajo, un trabajo que no tardará en encontrar más de unas semanas o quizá unos días.

Toda edad es hermosa

Lunes, 22 de Julio de 2019

José de Segovia es una de las pocas mentes verdaderamente lúcidas que conozco en España.  No pretendo decir con esto que los demás no le den al cerebro.  Le pegan y, a veces, en exceso.  Sin embargo, de Segovia tiene un especial talento para acercarse al cine, la música o los libros y reflexionar encontrando lo que a la inmensa mayoría se le escapa.  Precisamente por ello, me quedé un tanto sobrecogido hace unos días cuando escribió que le gustaría regresar a la juventud aunque no a la actual que le causaba horror sino a la suya de los años ochenta.  Añadía además que si eso fuera posible quizá lograría ser feliz.  Sinceramente, yo no creo que cualquier tiempo pasado fue mejor.  No es verdad.  Si acaso teníamos menos años y punto.  Pero además no termino de verle la gracia a regresar a ninguna edad.  Incluso en el supuesto de que pudiera conservar el conocimiento y la experiencia que disfruto actualmente me espanta la idea de ser otra vez un adolescente o un veinteañero.  No podría soportar a las chonis y equivalentes y, con toda certeza, a mi me encontrarían insoportable. 

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