El mes de marzo, lo concluí pasando diez días en Honduras dedicados a dar una serie de conferencias sobre la Reforma. La primera semana, del 19 al 27, transcurrió en San Pedro Sula. Suele decirse que es una de las ciudades más peligrosas del mundo y, efectivamente, viendo la electrificación de los muros de las casas y las torretas de seguridad que presentan algunos inmuebles hay que llegar a la conclusión de que no exageran del todo.
En 1936, llegó a España un duro propagandista de la Komintern, un judío del Este de Europa, llamado Artur Koestler. Teóricamente, su labor iba a ser periodística, pero, en realidad, Koestler tenía como misión tergiversar la realidad para poder utilizarla con fines propagandísticos.
En Europa – donde existe un sistema de sanidad universal que cubre incluso a los indocumentados – casi nadie entiende el contencioso del Obamacare. Para ser ecuánimes hay que reconocer que resulta lógico que así sea. Hay que haber vivido en Estados Unidos los últimos años para conocer las pasiones que despierta la sola mención de la regulación sanitaria impulsada por Obama.
Al otro lado del Atlántico, me llega la noticia del fallecimiento de Paloma Gómez Borrero. No he podido evitar sentir pesar por la muerte de una persona entrañable a la que traté con grata frecuencia en la etapa de COPE.
Al día siguiente, Bernabé y Pablo abandonaron la ciudad de Listra en dirección a Derbe. La localidad se encontraba a unos noventa kilómetros al sureste de Listra. Al igual que sucedía con Iconio, Listra tenía como prefijo de honor el nombre del emperador Claudio.
Parece mentira cómo determinados recuerdos se quedan grabados en nuestra memoria a pesar de su aparente trivialidad. Por ejemplo, yo guardo un recuerdo totalmente nítido de la primera vez que leí Drácula.
Roma mantenía la seguridad de su imperio sobre la base de las fuerzas que controlaban sus fronteras. El limes constituía la garantía de presente y de futuro y en ese cometido desempeñaban un papel fundamental los centuriones, curtidos funcionarios que se jugaban la vida para que los ciudadanos pudieran dormir tranquilos.