Desde niño, la Historia de Troya siempre me cautivó. No podré olvidar nunca aquella noche de reyes – tendría yo unos diez años – en que esperé con más ansia que nunca la llegada de la mañana porque sabía que me encontraría con la Ilíada y la Odisea – y con un volumen de historiadores latinos – y la perspectiva me aceleraba la respiración.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS LAS FUENTES ESCRITAS (VIII): FUENTES CRISTIANAS (VI): Las Epístolas universales (I): Santiago[1]
Como hemos tenido ocasión de ver en semanas anteriores, Daniel es un libro que ha sufrido una suerte aciaga desde inicios del siglo XIX. En lugar de proceder a la lectura de lo que aparece en sus capítulos, se han ido tejiendo imaginativas interpretaciones futuras sin punto de contacto con la realidad.
El hecho de que continuamente haya temas que abordar tiene un efecto dilatorio sobre algunos de los posts. Por ejemplo, hubiera querido terminar esta serie sobre Washington hace ya semanas, pero no ha sido posible y lo más llamativo es que regreso en unos días a la capital de Estados Unidos y, por poco, no se me van a juntar el relato de una visita con el de la otra. El ya comenzado lo voy a concluir con dos museos que me parecen notables aunque uno más que otro. Me refiero al museo de los marines y al del espía.
13 AM del sábado. La Arena de FIU, la universidad más importante del sur de la Florida, espera pacientemente a una Hillary Clinton que llega al menos con media hora de retraso.
Hace unos días me llamaron de Radio Sefarad para una entrevista. El tema en este caso era mi última novela La escalera de Jacob.
La gente que acuda al campus literario La mirada de Indias en Lima, Perú, durante la última semana de agosto, tendrá ocasión de observar cómo miraron a aquellas tierras maravillosas – que, inicialmente, se consideraron alcanzadas, pero no descubiertas – los que iban llegando procedentes desde España a América.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS: LAS FUENTES ESCRITAS (VII): FUENTES CRISTIANAS (V): Las obras de la escuela joánica (II): las epístolas y el Apocalipsis Las obras de la escuela joánica (II): las Epístolas[1]