Concluimos el primer capítulo de esta verdadera historia señalando cómo, tras muchos meses de gastar dinero nuestro amigo Cándido y de que RETAR se aprovechara de su talento y laboriosidad sin soltar un solo céntimo, pero embolsándose todo lo que circulaba en su cercanía, le hizo saber que contaba con una manera de compensar las elevadas pérdidas que sufría e incluso de financiar la siguiente temporada.
Jesús señaló que cuando alguien desee comunicarse con Dios no necesita elevar catedrales, ni construir templos aparatosos, ni pensar que lo hallará en encuadres especiales. Basta con entrar en el propio cuarto por modesto que sea y, cerrándolo, dirigirse a Dios en secreto en la certeza de que El escuchará todo (Mateo 6: 1-6). Tampoco se trata de repetir una y otra vez fórmulas que otros crearon sino de hablarle a Dios desde el fondo del corazón (Mateo 6: 7-8).
En los capítulos 24 a 27 de Isaías, se contiene lo que, convencionalmente, se denomina el Apocalipsis de Isaías. Dado que el lenguaje es relativamente oscuro, son legión los que han intentado situar en estos versículos un mapa de los últimos días. En mi opinión, semejante acercamiento no pasa de ser pura especulación. Sin embargo, creo que el texto adquiere una clara nitidez si se contempla como una reflexión expresada en un lenguaje profundamente poético sobre la realidad que se describirá unos capítulos más adelante. ¿Qué ve poéticamente el profeta?
Los oyentes habituales de La Voz saben que es raro, muy raro que anuncie con la antelación la entrevista de los viernes. Por regla general, se trata de encuentros con gente muy excepcional sean más o menos conocidos, sean más o menos populares. La actriz que sigue luchando contra viento y marea; el director que intenta sobrevivir frente al IVA canallesco con el que Montoro ha colocado contra las cuerdas una fuente de riqueza y cultura como el teatro; el humorista que habría recibido un óscar en Estados Unidos, pero que en España con comer tres veces al día ya puede dar las gracias, etc.
La anegación de la vida social por la política tiene, entre otras consecuencias pésimas, el deterioro del lenguaje. Ya una ministra de sobrecogedora memoria por lo que gastó de dinero público para lo que pudiera hacer de bueno, se descolgó un día hablando tan orgullosa de las “miembras”.
El problema de algunas noticias es que provocan un impacto que causa aturdimiento durante unas horas mientras se lanzan las opiniones más atrabiliarias en las tertulias. Los análisis son superficiales, los intereses políticos y económicos velan la realidad y no hay conclusiones sensatas. Algo así ha sucedido con los incidentes de Colonia durante la Nochevieja.