Si Alcalá-Zamora, católico y conservador, se doblegó ante las izquierdas y Manuel Azaña aceptó una alianza con los revolucionarios, sin duda, mayor responsabilidad en el deterioro de la II República tuvo el socialista Francisco Largo Caballero.
Mientras ustedes leen estas líneas, un servidor estará surcando el Pacífico en dirección al Tíbet vía China. Lo está haciendo, por supuesto, por vía aérea, es decir, sobre las nubes.
Hace unos meses se anunció la publicación de Ve y pon un centinela, una continuación de Matar un ruiseñor, la obra extraordinaria de Harper Lee, base de una película no menos notable por la que Gregory Peck obtuvo el único Oscar de su carrera.
Interesado por aquella vivencia, Germán le preguntó al clérigo si habían tenido alguna conversión al catolicismo. El sacerdote, horrorizado, le respondió: “¡Ninguna! ¿Qué quiere usted? ¿Que nos mataran?”. Yanke lo contaba a carcajadas, pero no estoy seguro si no se trataba de un episodio más bien para llorar. Con todo, obligaba a reflexionar.
El islam ha sido un desafío para occidente desde su aparición a inicios del siglo VII. La respuesta frente a ese fenómeno ha variado. Una ha sido la del uso de la violencia. La espada constituiría así el medio privilegiado para enfrentarse al islam. Históricamente, ese método ha dado un resultado desigual. Las Cruzadas, por ejemplo, constituyeron un sonoro fracaso y tuvieron funestas consecuencias que llegan hasta el día de hoy. En otros casos en que el resultado militar fue mejor no extirpó la posibilidad de un regreso agresivo del islam.
En el otro extremo, estarían aquellos que han dado en afirmar que el islam es “una religión de paz” en un claro intento de apaciguar la amenaza aunque sea a costa de faltar a la verdad y de causar daños incalculables. Ese ha sido el caso de Juan Pablo II o del papa Francisco y también la causa de que un personaje como Majid Cristiano Alam abandonara la iglesia católica a causa de lo que denominó la “papolatría” y de la manera en que mentía a sus fieles al no advertirles de un gravísimo peligro.
Sin embargo, el islam constituye un problema espiritual y por eso mismo abordarlo exige una respuesta que sea verdaderamente espiritual. Podría citar muchos ejemplos, pero uno de los más claros es el de la Kabilia, en Argelia. En los últimos años, unos cien mil musulmanes han abrazado el Evangelio, el real, el contenido en la Biblia, el que predican cristianos evangélicos o, si se prefiere, protestantes. El valor y la convicción de esos predicadores laicos que dan testimonio de Jesús, pero, sobre todo, la verdad de su predicación – la misma que aparece en el Nuevo Testamento y no la adulterada por el sincretismo con el paganismo y las tradiciones humanas – y la acción del Espíritu Santo han abierto una grieta en ese muro en apariencia infranqueable que es el islam. Les dejo el enlace a un programa de la televisión francesa donde se relata todo. Lamento que sea en francés y no tenga subtítulos, pero las imágenes son elocuentes. También incluyo una entrevista con un pastor evangélico que se convirtió del islam a Jesús simplemente leyendo la Biblia. Yo también descubrí a Jesús leyendo la Biblia hace casi cuarenta años y puedo entender su experiencia a la perfección. A fin de cuentas, nada se puede comparar a las Escrituras para conocer a Jesús y nada las puede sustituir o suplantar.
Y es que esos cristianos de la Kabilia predican el mismo mensaje de Jesús y de los apóstoles; bautizan como ellos, es decir, por inmersión y tras dar testimonio de conversión; se reúnen en lugares sencillos donde no hay imágenes – una costumbre pagana prohibida por la Biblia y que no entró en el cristianismo hasta la Edad Media – y rinden culto sólo a Dios como enseñó Jesús (Lucas 4: 8). Durante años se han jugado la vida, pero ellos, a diferencia del sacerdote del que me habló Germán Yanke, no son profesionales de la religión sino gente que mantiene una relación personal con Dios y que conoce la importancia de testificar no a partir de doctrinas de hombres sino de las Escrituras. El resultado no son sólo millares de conversiones a Jesús sino que incluso el gobierno argelino ha terminado por modificar la ley para concederles un mínimo de libertad.
Nadie logró antes tanto en Argelia, por supuesto, no la iglesia católica a pesar de estar apoyada por el poder colonial francés. Al fin y a la postre, el Espíritu Santo puede ser imitado, pero no puede ser sustituido en sus acciones por el poder de ninguna religión.
Aquí les dejo el documental. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
www.youtube.com/watch?v=uWNuG0NDsKY
Y aquí el testimonio del pastor Said Oujibou
Me he despertado la mañana del domingo viendo que hemos superado el 80 por ciento del crowdfunding. En otras palabras, estamos a menos de seis mil euros de la meta o, dicho de otra manera, nos falta una cifra inferior al millón de pesetas para completar la cantidad presupuestada.
De manera que a no pocos les sorprenderá, el Predicador, Qohelet,también señala la vanidad de la religión debajo del sol. Incide así en un principio que suele ser pasado por alto por muchos, pero que se repite una y otra vez a lo largo de la Biblia: una cosa es la relación con Dios y otra – bien diferente – la religión.
Como Alcalá-Zamora, Azaña pertenecía al grupo de políticos monárquicos desengañados que no habían visto otra salida para regenerar España que la república. La república que no la democracia.
En las semanas anteriores, en sucesivas entregas, he ido desgranando la realidad histórica de los resultados de la conquista del Perú y del final del imperio inca.