Corría el año 1531 cuando un humanista inglés llamado William Tyndale comenzó a escribir una obra en respuesta a un ataque escrito que había lanzado contra él un conocidísimo dignatario. Defendía el dignatario que la apostasía siempre es mala porque implica el abandono de un cuerpo espiritual que existía siglos antes de que nosotros llegáramos al mundo. Sin embargo, Tyndale no veía las cosas de la misma manera. De hecho, distinguía entre apostasías buenas y apostasías malas. Las buenas eran aquellas que venían motivadas por la adhesión a la Verdad. Como ejemplo de la veracidad de su aserto, Tyndale esgrimía nada más y nada menos el ejemplo de Cristo y de sus apóstoles y, en un momento determinado de su exposición, lo argumentaba. Los apóstoles habían abandonado un cuerpo espiritual formado por los escribas y por los fariseos, por los sacerdotes del Templo que habían condenado al propio Jesús y que lo habían conducido ante Pilato. ¿Acaso – alegaba Tyndale - esa apostasía había sido mala? ¿Deberían haber permanecido en el seno del aquel cuerpo espiritual que se había enfrentado con Cristo o, por el contrario, habían hecho lo que debían apostatando de él?
De manera más o menos difusa, me identificaba con el modelo socialdemócrata sueco, el de una izquierda supuestamente democrática, neutral y pacifista en el plano internacional y partidaria de todas las causas que yo consideraba nobles.
Los humanistas del s. XV nos transmitieron un adagio griego que consistía en apostillar ante las pretensiones de alguien la expresión “No sin Teseo”.
Recuerdo en mis años de colegio haber escuchado el chiste aquel del pobre mendigo que, tras seis días sin llevarse nada a la boca, se desplomaba en medio de la calle. Por en medio de los transeúntes que rodeaban al infeliz, se abría camino un estudiante de medicina que se arrodillaba al lado del pedigüeño, lo observaba con gesto sesudo y dictaminaba:
El 15 de noviembre de 1937, André Marty, jefe de las Brigadas internacionales en España, dirigió al Comité central del Partido comunista francés el siguiente comunicado: “ En España, mezclados entre los buenos militantes comunistas, socialistas, antifascistas italianos, emigrados alemanes, anarquistas de todos los países y razas, vinieron muchos centenares de elementos criminales internacionales, y mientras que una parte de ellos se dedicaban a vivir con comodidad sin hacer nada y sin luchar, otros muchos, aprovechando el desorden de los primeros días, comenzaron una serie innumerable de delitos abominables: estupros, violencias, saqueos, asesinatos por pura maldad, robos, raptos de personas, etc....
Entre las afirmaciones más atrabiliarias de las últimas horas se encuentran las del antiguo presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, en el sentido de que en España hay una “gran conspiración” contra Cataluña “en la que participarían casi todos”.
Desde lejos y en verano, España parece una especie de manicomio en el que los locos más encanallados y peligrosos se hubieran hecho con la dirección del centro.
Este fin de semana, tal y como estaba previsto, se celebró el 37 congreso del PSOE. En contra de lo indicado por algunos analistas, ZP y sus seguidores no optaron por la moderación siquiera para poderse enfrentar con la crisis económica, sino por apretar el acelerador hacia unas metas que significan el desbordamiento de la constitución.
Las opiniones sobre el congreso del PP han resultado más que variadas. Por ejemplo, para el PSOE, IU y PRISA, el PP debe estar de enhorabuena por la elección de Rajoy y su giro ideológico.