Sin duda, Tiberio es una de las figuras más trágicas de la Historia romana. Virtudes no le faltaban, desde luego. Fue uno de los mejores generales de su época y nadie le negaría una capacidad para la administración ciertamente notable. Sin embargo, sus dotes intelectuales estaban infectadas por los complejos y el resentimiento.
Llegaba yo a la emisora de radio, cuando uno de los compañeros me tendió un libro.
“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, de manera que te preocupes de comportarte según lo que en él está escrito. Porque entonces harás que tu camino prospere y tendrás éxito”.
Apreciada ministra: con sorpresa, pero, sobre todo, con enorme ilusión he sabido de su nombramiento como titular de igualdad. Aparte de felicitarle calurosamente por su paso de la dirección de la agencia andaluza de flamenco a tan alto destino, desearía suplicarle algunas actuaciones concretas encaminadas a que, de manera efectiva y real, todos los españoles sean iguales.
“Así dice Adonai: “Mira, alzaré mi mano a las naciones y elevaré mi estandarte ante los pueblos, y traerán a tus hijos en su seno y tus hijas serán llevadas sobre sus hombros”
Ya lo dejó dicho Fedro: “Mons parturibat, gemitus immanes ciens, eratque in terris máxima expectatio. At ille murem peperit. Hoc scriptum est tibi, qui, magna cum minaris, extricas nihil”, lo que podría traducirse de la siguiente manera: “Un monte, mientras pasaba por el trance del parto, emitía terribles gemidos, y las tierras que lo rodeaban fueron presa de la mayor expectativa. Pero el monte parió un ratón. Esto está escrito para ti, que, amenazando con realizar grandes cosas, no has hecho nada”. La fábula de Fedro no ha dejado de tener actualidad a lo largo de los siglos. De algunas personas, esperamos que lleven a cabo grandes decisiones, que pongan en marcha grandiosos proyectos, que realicen proezas. Lo esperamos porque así nos lo han indicado y porque es justo que así suceda. Sin embargo, en ocasiones, defraudan las expectativas más lógicas y razonables de tal manera que, al fin y a la postre, el resultado final es semejante al de un ratoncillo parido por un monte que, previamente, se había estremecido con los dolores del parto.
“Matsdiq rasha umarshia tsadiq toebot YHVH gam-shnijem”, lo que podría traducirse como “dejar en libertad al culpable y condenar al justo... ambas cosas son abominables para YHVH”.
Han pasado tan pocos días que estará fresco en la mente de todos.
“El labio veraz perdurará para siempre, pero la lengua mentirosa sólo por un momento”
Lo he afirmado en docenas de ocasiones y a medida que pasa el tiempo me reafirmo en mi opinión. Una cosa son los homosexuales y otra bastante diferente, el lobby gay.