Al pronunciar su discurso de despedida de la presidencia, George Washington insistió en que la joven nación no debería tener, bajo ningún concepto, ejércitos permanentes. Sabía de lo que hablaba.
He releído en estos tiempos de distancia la extraordinaria trilogía de Torrente Ballester conocida como Los gozos y las sombras. Sin duda, la serie de RTVE que la popularizó era magnífica y, desde luego, permitió que muchos se familiarizaran con las novelas. Sin embargo, los trece episodios se permitieron, a pesar de su fidelidad, algunas omisiones bien significativas.
Durante las últimas semanas me están preguntando muchas personas que asisten a mis conferencias por materiales para estudiar distintos aspectos y temas relacionados con la Biblia.
Derrotada en dos guerras mundiales, Alemania ha vuelto a ser la primera potencia de Europa. Una situación nada fácil para una nación que aún vive atenazada por la culpa y que forma parte esencial de la UE.
Durante semanas, hemos escuchado lacrimógenas justificaciones para un ataque militar contra Siria. La razón es el uso de gas realizado no sabemos por quién aunque sí hay constancia de que Gran Bretaña lo proporciona a los opositores del dictador Assad. Palabrería humanitaria aparte lo que tenemos delante es sólo un juego de tronos.
El nacionalismo catalán ha perseguido siempre un modelo que le sirva para vertebrar la denominada nación catalana. Hasta la fecha, no ha tenido éxito en el empeño.
La noticia de que un grupo de energúmenos asaltó a un empresario israelí en la Universidad autónoma de Madrid tras una manifestación de marcado carácter antisemita es una de las noticias más sobrecogedoras de los últimos tiempos. Reproduzco a continuación el editorial que le dediqué el martes 8 de junio.