Creo haber mencionado en varias ocasiones que mi hija Lara es la compañera ideal de viaje. Puedo decirlo con repetido conocimiento de causa porque, en su compañía, he recorrido India y Rusia, Italia y Francia, Estados Unidos y Perú y, por supuesto, China.
Graham Greene es uno de los escritores que he ido revalorizando con el paso de los años. Lo conocí en la infancia cuando en España se cantaban sus loas, sobre todo, porque era, prácticamente, el único escritor confesamente católico de repercusión internacional.
Mencionaba en mi primera entrega el impacto que causa visitar la casa de Sun Yat-sen en el antiguo barrio francés. Sun yat-sen fue el fundador del Guomindang, el movimiento modernizador de China que acabó con la decrépita monarquía y proclamó una república decidida a liberarse de injerencias extranjeras y, a la vez, a recuperar el tiempo perdido.
El segundo viaje misionero (IX): Corinto (III): El imperio protege el Evangelio
Durante años, Elvis Presley se empeñó en grabar música góspel. Sin embargo, su casa discográfica estaba convencida de que lo suyo era el rock and roll y, bajo ningún concepto, debía perder el tiempo con ese tipo de melodía.
Durante estas semanas de estío, voy a detener las exposiciones bíblicas. Dios mediante, regresaré en septiembre, pero mientras tanto, continuaré con otro tipo de posts.
Con más de veinte millones de habitantes, se puede decir de Shanghai que es la ciudad más importante de China desde ya hace más de un siglo, la capital rusa de Asia o incluso la matriz del Partido comunista chino.
Finalmente, en ese largo viaje aéreo de dieciséis horas que une Shanghai con Chicago pude ver Silencio, la adaptación cinematográfica de la novela de Shusaku Endo dirigida por Martin Scorsese.
Hace unos años, sufrí una experiencia no precisamente feliz. Me encontraba en una reunión de un consejo de administración, cuando, para sorpresa mía, descubrí que su figura máxima anteponía gustos privados a la buena marcha de la empresa y que, por si fuera poco, el responsable, también máximo, miraba hacia otro lado pese a que unas horas antes me había dicho que procuraría endereza el torcido rumbo de la corporación.