Hace unos meses publiqué esta columna en el diario La Razón. Puede comprenderse la razón de mi inclusión en la lista negra del gobierno ucraniano tras leerse con detenimiento. Lo dejo como se publicó entonces sin mover una sola letra.
Aunque debajo del sol, todo parece absurdo y sin sentido, la realidad es que también existen unos principios de sabiduría – elementales si se quiere – que resultan obvios y que se entremezclan. Por ejemplo, la reputación del sabio es frágil y “una pequeña locura” la puede manchar (10: 1) o, por ejemplo, a pesar de que el sabio conoce lo que ha de hacer a diferencia del necio (10: 2) no por ello faltan los estúpidos en los puestos de gobierno (10: 2-7).
Hollywood ha formado parte de nuestras vidas de una manera tan indiscutible que casi nos parece natural cuando lo que hemos visto en la pantalla se nos cruza en el camino. Ayer tarde, estuve ante el garaje donde comenzó el final de la carrera delictiva de Bonnie y Clyde, más conocidos por estos pagos, como la banda de los Barrow.
La escandalosa corrupción de la época de Felipe González acabó abriendo la puerta a la victoria de una derecha que no se había caracterizado por su inteligencia en las décadas anteriores. El protagonista de la victoria fue un joven madrileño pasado por el gobierno de Castilla y León y llamado José María Aznar.
El segundo día en Joplin, Missouri, está resultando no menos delicioso que el primero. Hoy no tuve que dar ninguna conferencia, pero estuve invitado en tres clases.
Hace unos días supe que el gobierno nacionalista ucraniano me había incluido en una lista negra. El documento tiene su aquel porque, junto a dos compañías aéreas rusas que no existen, incluía unos cuatrocientos nombres que, en su mayoría, correspondían a intelectuales, artistas y periodistas.
El día menos pensado me van a dar el premio al despistado mayor de la Unión. Ayer por la noche, en un modelo de avión en el que no había subido jamás – sólo tres filas de asientos en horizontal y la sensación de volar en el interior de un lápiz gigante – llegué a Joplin, Mo, para dar mis conferencias.